“INSISTIR EN LA
SANTIDAD”
Todo lo bueno, sin excepción, existe porque Padre Dios lo sostiene
en su Ser. Permite el mal porque nos ha hecho libres.
La creación entera es obra de Padre Dios, quien la sigue cuidando.
¿Nos lo creemos?
¿Nos sentimos sus hijos predilectos?
La santidad es conocer, creer, amar y realizar Su Voluntad.
Nos dice: “no andéis agobiados por
la vida pensando que …”
Nos invita a vivir alegres, comprometidos en los quehaceres
diarios.
Hay problemas, sufrimientos, enfermedades, trabajos, que debemos
llevar sin rebeldía o tristeza. Nos santifican, nos purifican, nos hacen crecer
en virtudes. Nos deben hacer más humildes.
La santidad no es privilegio de religión alguna, es una obligación
del ser humano. Como tampoco nadie es santo sin la ayuda de Padre Dios, sin la
filiación divina.
Dios nos quiere felices, en la búsqueda de la santidad con nuestra
participación y por la libertad
La santidad depende en buena parte de la participación y deseos de
cada uno. De un empeño personal que tenga continuidad. Que no sea una estrella
fugaz.
La santidad consiste en el cumplimiento amoroso de la voluntad de
Padre Dios, en hacer el bien a los demás. Los deberes de cada día son
oportunidades de crecer en santidad. Sin abandonar nuestras circunstancias
personales.
Trabajar y vivir honestamente participando en todo lo que podamos
por el bien de los demás y en el nuestro propio, y sin pedir nada a cambio: eso
es santidad.
A Tomás de Aquino su hermana le preguntó qué hacía falta para ser
santo. El santo sabio, poco amigo de peroratas, respondió: QUERER.
Todas las cosas, bien hechas, cooperan al bien de quienes aman a
Dios, como de quienes no lo conocen. La santidad es obligación de todos.
Amar al ser humano hace que pongamos todos nuestros medios y
saberes en beneficio de ellos. Eso es santidad. Cooperar al bien.
Debemos tratar de convertir todo en algo agradable a Dios y a los
hombres.
La santidad, ser santo, es una meta y una obligación de todo ser
humano, creyente o no creyente. Y tratar de serlo es caminar seguro hacia la
plena felicidad y la plena libertad.
“Todo debe ser para el bien”. “Y todo conduce a la santidad”.
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