¡QUÉ AFORTUNADO
SOY! TENGO AMIGOS.
Aunque
contestaré a cada uno de los amigos, quisiera expresar mi eterno agradecimiento
por todas las manifestaciones de cariño que he recibido en mi enfermedad.
Estoy
mejor, gracias a Dios.
Creí
que era el principio del fin. Por mi edad tengo de inseparable compañera a la
muerte. Pero Padre Dios ha aplazado ese maravilloso encuentro.
Así
que podemos seguir gozando de nuestra amistad y cariño. Lo que me llena
de orgullo y satisfacción.
Seguiré
recibiendo esas maravillosas manifestaciones de los amigos, deseando que sean
eternas. Intentando ser merecedor de ellas, y devolviéndolas como corresponde.
Que Padre Dios les bendiga, como les
bendigo yo.
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