“¡CONDENAR LA CORRUPCIÓN!”
La corrupción es el mal que invade y anega el
comportamiento humano, llevándolo al mayor descrédito, hasta la propia
perdición y destrucción.
Mi experiencia en América y Europa me ofrece
argumentos suficientes para sostener esta exposición.
La corrupción lo contamina todo: no es
selectiva.
¿Puede haber un mal mayor en una comunidad que
la existencia de una mayoría de corruptos? No lo creo.
La corrupción no tiene límite y afecta a todo.
Si en una sociedad hay una mayoría de corruptos,
esa sociedad sufrirá males inimaginables, porque el corrupto critica y ataca al
que es corrupto y al que no lo es cuando le dañan.
¡Existe la globalización de la corrupción! Sin
lugar a dudas.
La corrupción no tiene límite ni en los efectos,
ni en los hechos, y se convierte en una espiral que ahoga y cercena de manera
progresiva la convivencia, la existencia, la felicidad y la libertad.
El corrupto termina por ver la corrupción de
forma normal y natural. Y actúa siempre de manera corrupta.
Para el corrupto todo tiene un precio y todo
vale. Vive y desarrolla su vida en base a esa creencia.
La corrupción es activa y tiene una enorme
influencia y poder. Por desgracia es actual.
La corrupción no nace espontáneamente, se suele
heredar y se desarrolla por falta de educación, y siempre por falta de
honestidad.
La corrupción es una herencia que se va
transmitiendo de generación en generación. Hay países de enormes riquezas
materiales y que están en la miseria más absoluta, con escasez de materias
absolutamente necesarias e imprescindibles para la vida normal y natural, como
las medicinas, el pan, la leche…
Hacer desaparecer la corrupción es de un valor
inconmensurable, de una valentía inaudita, de una educación y honestidad
acrisoladas, y de una voluntad y valor admirables.
Benditos y alabados sean los pueblos que
eliminan la corrupción, de ellos es la gloria terrenal y el bien material,
alcanzando metas de felicidad inigualables porque viven el bien con normalidad
y en comunidad y la felicidad se amplía de forma exponencial.
Roguemos y recemos, los creyentes, y hagan
sacrificios los no creyentes, para que desaparezca la corrupción personal,
familiar, local, nacional e internacional, y el Planeta Tierra volverá a ser
habitable, feliz en la convivencia, solidario en los problemas. El amor será lo
normal entre nosotros, llegando a la necesaria felicidad y libertad para volver
a tener la vida normal y natural.
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