Publicado hoy por ser el día de San José.
“¿QUIÉNES SOMOS LOS LAICOS?
¿Quiénes
somos los laicos? Usted, el vecino, el amigo, yo, y el resto de la humanidad
que no pertenece al clero o jerarquía de una iglesia, ni ha recibido ninguna
consagración religiosa.
¿Qué
representamos los laicos en la vida personal y social? ¿Es un anónimo y
despistado ciudadano? ¿O somos personas que con corazón y alma vivimos de
acuerdo a nuestros valores, creencias y esperanzas y somos un apoyo de la
sociedad?
¿Quiénes
somos los laicos en la sociedad actual?
Usted
podrá ayudarme y decirme: ¿Qué es y qué hace en su familia? ¿Qué es en sus
estudios, en su trabajo? ¿Qué es con sus amigos? ¿Qué es en su sociedad? Le
deseo que no sea como esas personas pasotas que viven tan solo para sí y los
demás no significamos nada. Seguro que no es así. Pero ese riesgo existe.
¿Quién es
usted y qué hace con su vida? Claro, si nos lo quiere decir. Su aportación nos
ayudará a todos. Gracias.
Ya hay
suficientes preguntas para los demás. Ahora me las hago a mí mismo por
responsabilidad y por tratar de hacer lo que pido a los demás.
Trataré
de contar lo que he pretendido y pretendo hacer con el resto de mi vida.
Los años
y las vivencias junto con los valores y creencias que me gravaron a fuego mi
familia, han dirigido mi vida, y, aunque he cometidos muchos errores y pecados,
he intentado llenarla de valor y contenido, he pedido perdón de mis errores
concretos a las personas afectadas y he tratado y trato de reparar por ellos.
Algo que tengo que hacer con cierta frecuencia.
Soy un
laico convencido de que la vida es algo maravillosa y que tenemos enormes
posibilidades de darle valor y contenido tratando de ser consecuente con la
honestidad, la humildad y con el AMOR Y AMISTAD, para que así podamos realizar
hechos que llenen nuestra vida de valor y contenido.
Creo,
firmemente, y sin resquicio, que todos ocupamos un lugar único y privilegiado
en la vida personal, familiar y social, y que si desperdiciamos las ocasiones
de la vida nos convertimos en esclavos de otros que dirigirán nuestras vidas,
por nuestra falta de honesta participación y unión.
Quién
está solo, deseando estar solo, está sometido a los embates de la soledad.
Si
vivimos como esclavos, sin libertad y sin opinión y con hechos que no valgan la
pena, hemos desperdiciado lo que nunca regresa jamás: el tiempo y las
oportunidades de ser quien debemos ser.
Los clérigos
y consagrados tienen sus valores, creencias y obligaciones bien definidas.
Los
laicos tenemos la oportunidad de realizar nuestra vida en medio del torrente de
la sociedad y de sus problemas, con la libertad que se nos ha concedido y la
capacidad de decidir lo que hacemos en todo momento.
¿Cuál y
cuáles han sido mis oportunidades y circunstancias? ¿Qué he hecho con ellas?
¿Las he desperdiciado o he tratado de corresponder a esos valores y a esa
responsabilidad? ¿He desaprovechado mi vida o he tratado de llenarla de valor y
contenido? Mi falta de imparcialidad me impide juzgarme con objetividad, aparte
de los errores y pecados que he cometido y que han lastrado mi vida.Pero
siempre debo reflexionar sobre lo hecho y lo omitido. Y sobre las cosas buenas
que afortunadamente las hay, siempre que he tratado de corresponder a esos
valores y creencias, habiendo pedido perdón.
¿A qué
viene todo esto? A que el resumen de mi vida ha sido amar y con pasión a mis
congéneres y al hábitat natural.
Ese AMOR
Y AMISTAD al ser humano y al hábitat natural me ha impulsado a tratar de ser un
laico activo buscando y ayudando en lo que he podido a los demás. En eso sigo
hasta que la muerte me lleve.
En el
ocaso de mi vida, miro hacia atrás y veo errores y pecados y éxitos que me dan
la esperanza de morir con cierta tranquilidad, esperando, lógicamente, en la
misericordia infinita de La Santísima Trinidad, para que borre y perdone los
errores y pecados y escuche mi profundo arrepentimiento, y porque aun viviendo
sigo amando, con pasión, a mis conciudadanos y al necesario hábitat natural en
el que vivimos. Por encima de todo, adoro a la Santísima Trinidad y reverencio
a la corte celestial.
Los
laicos estamos llamados y obligados a ser solidarios con nuestros conciudadanos
como con el hábitat natural. ¿Lo cree usted también? ¿A qué ha dedicado y
dedica su vida de laico? ¿Qué representamos los demás para usted?
Sus
respuestas nos son absolutamente necesarias para poder juntos ser felices y
libres y llenar la vida de valor y contenido, y no morir en la soledad del
olvido por haber sido insolidario y despreocupado.
La vida
tiene un fin, una meta y contenido. Según hayamos elegido y hayamos actuado
habremos podido llenar la vida de valor y contenido, o haberla dejado en vacío.
Los
laicos, y en especial usted, yo, la mayoría, definimos la vida propia y la de
los demás. Porque todos tenemos la oportunidad de influir y ayudar a los demás.
La
felicidad no es singular. La felicidad es la suma de hechos y vivencias
compartidas con los demás. Nadie es feliz en la soledad.
Lo dicho aquí
es mi larga experiencia, que necesito compartir para poder morir en la
ambicionada y deseada paz con Dios.
Todos,
creyentes o no, estamos llamados a la santidad.
La
santidad es tener la conciencia tranquila de habernos comportado como laicos
con honestidad, solidaridad, humildad, AMOR Y AMISTAD y haber compartido nuestra
vida y valores con los demás.
Los demás
somos TODOS.
"¡Me
he alargado más de lo acostumbrado, y ha sido por creer que es tan importante
que seamos unos honestos ciudadanos, unidos y participativos y vivamos para
crecer en valores, ayudar a los demás, y compartir la felicidad y la
libertad!"
Reitero
mis disculpas por la extensión del contenido, pero creo que es una necesidad
tratar de exponer la importancia que es llenar nuestra vida de valor y
contenido y morir con un inventario de hechos y no de vacíos.
La vida
es muy corta para desperdiciarla en cosas y hechos que no perduran en el
tiempo.
Los
laicos somos la esperanza para un mundo mejor en el que usted está en primera
fila.
No
desaproveche el tiempo en progresar como persona, y ayudar a los demás, y su
vida la habrá llenado de valor y contenido que es el mejor inventario al que
puede y debe aspirar.
¿Quiénes
somos los laicos? Usted, el vecino, el amigo, yo y el resto de la humanidad,
menos los clérigos y los consagrados. Ellos y todos nosotros estamos llamados a
ser santos a los ojos de Padre Dios.
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