“¡A
LAS MADRES Y LOS PADRES QUE TRABAJAN AL MISMO TIEMPO!”
Me atrevo a sugerir las madres y a los padres que
trabajan al mismo tiempo y en las mismas horas, que intenten alternar sus
horarios, es decir: que uno trabaje por la mañana y el otro por la tarde, para,
de esa manera, los hijos puedan ser educados.
Los padres somos quienes educamos a nuestros hijos.
Los colegios y las universidades informan y forman,
pero no tienen la obligación de educar. Pueden cooperar a la educación, pero no
tienen la obligación.
Los padres somos los únicos responsables, los
verdaderamente llamados a educar a nuestros hijos. Esta responsabilidad no
puede ser delegada. Salvo, como siempre, las excepciones.
“¡Una de las grandes responsabilidades sociales y
nacionales de los gobiernos y de los pueblos es cooperar a que los padres
puedan educar a sus hijos!”
No hay razón, ni creo que la habrá nunca, para que la
sociedad no coopere para que los padres cumplan con su ineludible e
intransferible obligación de educar a sus hijos.
“¡¡¡La sociedad de consumo y el mal se han
asociado!!!”
“¡La ocasión para que el mal se apodere de la
humanidad se la hemos dado, se la hemos regalado nosotros!”
Las obligaciones que ha impuesto la sociedad de
consumo, el pasotismo y la esclavitud, están tarando a generaciones y
generaciones de seres humanos, porque los padres caminan ciegos, como
esclavos, en busca de la tenencia de lo que les han dicho que es la felicidad:
acceder los mal llamados bienes sociales: el coche, el último cacharro
tecnológico, el móvil, la moda en la ropa, y en el peinado, la comida basura;
etc. etc.
Si el padre y la madre trabajan durante las mismas
horas, no pueden educar en valores éticos, morales o religiosos a sus hijos
¿Quién, entonces, los educa?
Hay niños que con diez años se hacen su almuerzo y se
pasan horas solos en sus casas, cuando deberían estar acompañados del amor y el
cuidado de alguno de sus padres.
¿Quién puede valorar lo que vale un ser humano? Pues
hoy se valora al ser humano de acuerdo con los objetos que tiene y a la moda
que usa y tiene.
Hoy se abandonan los hijos por conseguir lo que les
han dicho que es la felicidad.
¿Es usted realmente feliz porque tiene todos los
adelantos de técnica? ¿Si no los tiene es un infeliz aún teniendo a sus hijos
educándolos como Dios y la sociedad mandan?
Por favor: Hágase esa pregunta y contéstesela.
¿Seguirá abandonando a sus hijos para tener lo que le han dicho, y mentido, que
es la felicidad?
Por favor: los hijos son la mayor gloria y grandeza
que jamás podremos tener los padres.
“¡No hay, ni habrá nada que sustituya a los padres en
la educación de sus hijos!”
La sociedad, en su conjunto, tiene la ineludible e insustituible
obligación de cooperar a que los padres puedan educar a sus hijos. Debemos
poner todo lo que sea necesario al alcance de los padres para que cumplan con
la obligación de educar a sus hijos.
Benditos y alabados sean esos pueblos que saben valorar
las responsabilidades personales de los padres, y contribuyen a que cumplan con
sus obligaciones en la educación de sus hijos.
¿Puede dormir tranquilo sabiendo que su vecino deja a
su hijo solo porque ambos, madre y padre, salen a trabajar en las mismas honras
abandonando a sus hijos?
No quiero ser responsable del pecado que otros
cometan por mi despreocupación o egoísmo de pensar: ¡que se las arreglen como
pueda! ¡eso no va conmigo! ¡yo no soy el padre, yo no soy la madre!
Si: usted, el
vecino, el amigo, la sociedad entera somos
responsables de que los padres cumplan con su obligación de educar a sus hijos.
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