“¡IR HACIA UN MUNDO MEJOR!”
Tenemos que ir hacia un mundo mejor.
Es una obligación moral grave.
No podemos seguir permitiéndonos no
tener un mundo mejor.
La felicidad es un bien que todos
merecemos y todos debemos alcanzar. Pero no cae del cielo: hay que luchar por
conseguirla.
Como para todo lo que tiene valor,
para conseguir la felicidad se necesita la honesta participación de todos.
“¡No tener felicidad, no tener
libertad son males que no se arreglan pidiendo, mendigando: hay que exigir,
desde luego, pero también dar y repartir!”
¡Claro! Para exigir hay que tener la
autoridad de la honesta participación, y en grado superlativo. Pero para
alcanzar la felicidad y la libertad plenas no basta con tener la honesta
participación. Es necesario algo más: dar todo lo que tenemos.
“¡Siempre
podemos dar un poco más!”
Siempre nos quedamos con algo.
“¡No dar todo lo que tenemos es
faltar a la honesta participación y retroceder en los valores que eran y son el
fundamento de la felicidad y la libertad!”
“¡Nacimos para ir, siempre, hacia un
mundo mejor!”
¿Qué honesta participación vive
usted, y vivo yo, a diario? ¿Tiene, y tengo, a su prójimo, a mi prójimo,
como el hermano más cercano?
“¡Ayudar con amor y con honesta
participación conduce, certeramente, a un mundo mejor!”
Si no tenemos ese mundo mejor es
porque no somos ni estamos siendo honestos y participativos ni amamos con
pasión.
El pasotismo negligente y
recalcitrante desvía del camino hacia un mundo mejor.
Nacimos para la felicidad y la
libertad. De nosotros depende que las tengamos. También depende de nosotros el
grado en que las tengamos.
Nada en la vida se nos regala. Todo
lo que vale, cuesta: exige una renuncia, un dar con amor y a fondo perdido,
tratando de ayudar sin pedir nada cambio, sino solo desear dar y repartir lo
mejor que tenemos y podamos.
¿A qué espera? Le estoy esperando,
para juntos caminando hagamos el mundo mejor que merecemos y debemos compartir
para tener la plena felicidad en la plena libertad.
“¡Amar con pasión es el camino de la
santidad y de la salvación terrenal y celestial!”
¿A qué esperar? Le sigo esperando,
para juntos, amando con pasión, repartamos la plena felicidad y la plena
libertad, y entonces estaremos en el camino correcto de la santidad.
¿Qué mundo tenemos? El que hemos
creado.
¿Qué mundo deberíamos tener? El de
la plena felicidad en la libertad plena.
¿Hacia dónde vamos? Hacia el final
del camino que hemos comenzado.
¿Qué mundo tenemos? El que
mantenemos.
¿Qué mundo debemos tener? El que
necesitamos para que todos vivamos como merecemos.
¿A qué
espera y en dónde le espero? Le espero en el camino que nos lleva hacia un
mundo mejor, porque amamos con pasión, y como consecuencia de nuestra honesta
participación.
“¡Alcanzaremos un mundo mejor de
acuerdo a nuestro amor!”
Aquí le espero.
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