“CAMINAR POR EL SENDERO DE LA CONFRONTACIÓN Y NO DEL DIALOGO Y DEL RESPETO”

 

“CAMINAR POR EL SENDERO DE LA CONFRONTACIÓN Y NO DEL DIÁLOGO Y DEL RESPETO” 

¿Por qué no se dialoga con respeto y, por el contrario, se ataca, con violencia verbal y a veces física, a determinados eventos públicos, a políticos, o incluso a las sagradas creencias religiosas, por el solo hecho de que se piensa de manera distinta?

Atacar las creencias, y lo que es sagrado de otras personas, alegando medidas circunstanciales es un comportamiento vil, rastrero y de un mal recalcitrante.

¿Por qué caminar por el sendero de la confrontación maléfica y no por el del respeto y la consideración mutuas? Sobre todo cuando no hay argumentos, y se pretende imponer un criterio o comportamiento recurriendo a la confrontación, y hasta la violencia, alegando la seguridad, o cualquier otra disculpa. Es el espectáculo que dan alguno políticos del momento.

Maquiavelo sigue vivo.

Para Maquiavelo, el poder puede conquistarse por tres medios: las armas, la intriga y la ayuda del pueblo. La autoridad debe usar la fuerza para deshacerse de sus enemigos, sin escrúpulos: es simplemente el poder por el poder. El poder justifica los medios que se necesiten para alcanzarlo. El poder justifica los medios que se necesiten para mantenerlo.

El mal no ha muerto. Es verdad que tampoco ha muerto el bien, pero dirige quien puede y puede quien tiene poder, y si son los investidos de autoridad quienes ejercen la violencia, es muy difícil desalojarlos de sus puestos de gobierno.

La autoridad elegida tiene poder, pero no patente de corso para hacer lo que le dé gana.

La autoridad solo debe hacer lo que beneficie al pueblo, no puede actuar a costa del pueblo, ni en contra del pueblo. Solo a favor y en pro del pueblo, y de la constitución.

Caminar por el sendero de la confrontación, y no del dialogo y del respeto, conduce a un final del camino: de odio, de rencor y el mal como cosa natural.

¡El mal como cosa natural afecta a todos por igual!

Solo por eso ya es razón para el respeto y el diálogo.

¡Quien maldice y ofende recibirá, tristemente, lo que reparte!