“CONFIAR EN LOS DEMÁS”
“¡Confiar en los demás debería, y debe ser, lo
normal!”
Se puede desconfiar cuando hay indicios
de que no nos van a decir la verdad. Nunca desconfíe.
Hay personas mentirosas. Otras que amplían la
realidad, o que la rebajan. Otras que ocultan la verdad. Y todas con el mismo
denominador común: la mentira.
“¡Desconfiar como norma es una gran
equivocación!”
La desconfianza suele tener una base de razón
y de lógica.
“¡Confiar en los demás llena el alma y el
corazón y fortalece el amor!”
El ser humano es bueno por naturaleza.
La falta de educación, de honestidad, de amor
y valores son grandes y fuertes cimientos en los que se fundamenta la
desconfianza.
El amor lo redime todo.
“¡El amor le da contenido y valor a la vida y
aumenta la felicidad de forma exponencial! ¡Nos hace ser confiados!”
“¡Benditos y alabados sean las y los
honestamente confiados, pues de ellos surge el bien, el amor y aumenta la
felicidad!”
Es mejor pasar por confiado que por
desconfiado.
La persona desconfiada resume y transmite
temor, suma precaución, dudando de la honestidad de los demás.
La fe es el gran catalizador que aumenta
nuestro valor y confianza en los demás. Nos hace creer en los demás, no
desconfiar a priori, y amar con sinceridad.
“¡Confiar en los demás genera y contagia un
especial bienestar!”
“¡Confiar en los demás fortalece y tranquiliza
al interlocutor y hace que la comunicación sea fluida y enriquecedora!”
“¡La fe
unida a la confianza nos pone en el camino de la hermandad!”
“¡La hermandad engrandece, le da valor e
incrementa a la felicidad!”
“¡Confiar en los demás nos debe producir
felicidad!”
No se puede amar con desconfianza.
“¡El amor es pura confianza!”
La confianza reanima y fortalece a la
hermandad e incrementa la felicidad.
“¡Por norma: No desconfiemos de los demás!”
“¡Por norma confiemos en los demás!”
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