“¡SERVIR A LOS DEMÁS!”
“¡¡¡Servir
a los demás debe ser la regla de oro de la humanidad!!!”
Ponerse al
servicio de los demás es consecuencia de la educación en valores morales,
éticos o religiosos.
Ser un servidor
de los demás no surge por casualidad.
“¡Servir a
los demás es una obligación de todo bien nacido!”
La vida nos
ofrece miles de oportunidades para servir a los demás.
“¡Quien
desaprovecha la ocasión de ser un servidor de los demás, tendrá que rendir cuentas
ante su conciencia y ante la sociedad!”
El grito de
guerra de la humanidad debería ser: “¡¡¡Yo sirvo a los demás porque todos
somos hermanos!!!”
La vida es
muy corta para perderla en banalidades que lo único que consiguen es llevarnos
a sentir la soledad, a vernos y sentirnos solos, y a sentir la ausencia del
amor de los demás.
“¡El amor a
los demás sigue siendo, y será, la honesta y participativa unión entre nosotros
para ayudarnos los unos a los otros!”
Mi larga
experiencia me confirma que siempre que he fallado en el amor a los demás, me
han quedado vacíos, que sigo luchando por llenarlos para sentirme feliz, libre,
y capaz de amar y ser amado.
“¡Servir a
los demás, ayudar a los demás, nos pone en el camino de la santidad!”
La santidad
sigue siendo, y será, la meta que debemos alcanzar para llenar la vida de valor
y contenido, y llegar a la ancianidad con hechos y vivencias que nos sirvan
para recordar.
Servir a los
demás debe ser la educación que demos a nuestros hijos para que ellos puedan
vivir y gozar de las dichas de la vida, al sentirse capaces de amar y ser
amados.
“¡La vida
sin el amor es un páramo lleno de vacíos difíciles de llenar!”
Recorra su
vida con el amor, y el amor llenará los vacíos que haya dejado en el recorrido
de su vida.
“¡Los vacíos
de la vida solo se llenan con el amor a los demás, y del amor que recibimos de
los demás!”
Ojalá llegue
al atardecer de su vida, y mire hacia atrás, y encuentre que ha llenado su vida
con el amor a los demás, porque ha tratado de ayudar a quienes tenía a su lado.
“¡Repartir
el amor a los demás es la gloria terrenal!”
Lo primero
que surge, en el ocaso de la vida, es si he llenado mi vida con hechos de los
que me sienta orgulloso, y no de hechos de los que tenga que arrepentirme.
Viva su vida
con valor y contenido, porque ha amado a los demás sin pedir nada a cambio.
No hay otra
forma de llenar, plenamente, la vida de valor y contenido sino con el amor a
los demás.
Los egoísmos
nos van dejando vacíos difíciles de llenar.
“Compartir y
amar son los verbos que debemos conjugar en todos los actos de la vida!”
“¡Me
arrepiento, Señor, de las veces que no he compartido el amor por los demás!”
“¡Servir a
los demás es conseguir vivir y morir en felicidad, y haber recibido el amor que
he repartido y compartido con los demás!”
“¡Servir a
los demás es la gloria terrenal!"
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