miércoles, 16 de junio de 2021

“¡SENTIR A PADRE DIOS!”

 

“¡SENTIR A PADRE DIOS!”

Sentir a Padre Dios es la meta a la que debemos aspirar cada día.

Sentir a Padre Dios es tocar el cielo y llorar de emoción, con una felicidad inigualable.

Padre Dios nos rodea y nos llena de felicidad, cada segundo de la vida, si lo tenemos presente con insistencia, fervor, con amor y adoración.

Rezar siempre que podamos para mantener el contacto espiritual con la Santísima Trinidad, cada segundo de nuestra vida.

“¡Padre Dios nos espera en todo momento!”

“¡Aprovechar esos momentos de sentir a Padre Dios llena la vida de una alegría y de una esperanza inigualables!”

El recorrido de la vida es una continua oportunidad para rogarle a Padre Dios que Lo sintamos, y vivamos lo que es sentir a Padre Dios.

Las debilidades, que tenemos a montones como consecuencia de nuestra condición humana, su reconocimiento y el pedir perdón por nuestros errores y pecados, nos va abriendo el camino para sentir a Padre Dios.

Padre Dios no llega de improviso, cuando llega es por nuestros ruegos.

Llegar a sentir a Padre Dios es un proceso de aproximación de cada día.

“¡Aprovechar esos momentos de sentir a Padre Dios, nos enriquece y fortalece, y nos pone en el camino de santidad!”

Escriba y cuente lo que ha sentido cuando ha sentido a Padre Dios. Todos le quedaremos eternamente agradecidos.

Las experiencias personales de sentir a Padre Dios son la esperanza para que muchos las vivan, haciendo pequeños sacrificios y rezando mucho.

El cimiento en el que debemos edificar la santidad son los pequeños sacrificios de cada día, como norma e imposición propia, y con el añadido de recitar las oraciones que conocemos.

“¡Rezar y hacer pequeños sacrificios permite la comunicación instantánea con Padre Dios!”

Recemos y hagamos esos pequeños sacrificios como una imposición constate para mejorarnos, y como norma de cada día.

No beber entre determinadas horas. Comer siempre a la misma hora. Limitar los gustos a horas concretas. Organizar la vida con unas imposiciones, no grandiosas, comenzando poco a poco, y con la determinación de convertirlos en hábito de cada día.

Sentir a Padre Dios es una bendición especial a la que debemos aspirar y luchar por sentir, para vivir la felicidad de manera especial.

Sentir a Padre Dios debe ser una bendición especial. Bendición alcanzable si hacemos los sacrificios y los rezos que hayamos establecido, y todas las veces que podamos.

“¡La meta debe ser rezar y sacrificarse rogándole a Padre que se haga sentir, para sentir a Padre Dios de manera real y verdadera!”

“¡Sentir a Padre Dios es el regalo maravilloso que Padre Dios nos da, si perseveramos, con amor, humildad, y constancia en el rezo y en los pequeños sacrificios!”

“¡Sentir a Padre Dios nos fortalece y acrecienta nuestras virtudes, y nos pone en el camino de santidad!”

“¡Sentir a Padre Dios es el regalo que endulza las amarguras de los errores y pecados!”

“¡Sentir a Padre Dios es la meta a conseguir con el rezo y los pequeños sacrificios!”


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