miércoles, 24 de enero de 2018

“EL TRABAJO!”




“EL TRABAJO!”

“¡El honesto trabajo dignifica al ser humano!”
Trabajar es una forma de ganar el sustento y servir a la comunidad.
No ganar lo suficiente para el sustento y para cubrir las necesidades más perentorias, es un pecado personal y social.
Servir a la comunidad no solo es un gusto es una ineludible obligación personal y social.
El derecho al trabajo lo tenemos todos, salvo las excepciones que haya por causas penales.
Amar el trabajo es una virtud de las personas honestas y leales a sí mismas y a la comunidad.
“¡Mi trabajo no solo llena mí tiempo, mis ilusiones, vivencias, creencias y valores, sino que me sirve para progresar como persona y si sirve para ayudar a los demás me pone en un camino que conduce a la santidad!”
“¡Si a mi trabajo solo le saco partido material, soy un egoísta y solo recibiré la paga temporal!  ¡Mi trabajo no trascenderá!”
El trabajo debe llenar la vida de contenido y valor, y recibir la compensación debida a la labor y  a las necesidades de una vida digna y familiar.
La paga es, y debe ser, la compensación al trabajo realizado, y si ha sido hecho con la mayor honestidad, debe tener el plus merecido por ese valor añadido.
Los poderes perversos son los que se aprovechan del trabajo de los demás para enriquecerse a su costa y aumentar su dinero y poder.
Uno de los gravísimos problemas de toda sociedad es el gran número de poderes perversos, su poder y su influencia en los demás.
Los poderes perversos, en una sociedad inerme, pueden llegar a anularla, contagiarla y llevarla a la destrucción.
Hay países inmensamente ricos en materias y recursos, y viven en la miseria porque hay un pueblo corrompido, del que salen sus autoridades corrompidas, anulando esas riquezas y aumentando la pobreza.
No hay trabajo personal que pueda competir con los poderes perversos cuando son acompañados por un pueblo corrupto y deshonesto.
“¡El círculo vicioso de autoridad corrupta en un pueblo corrupto, es la espiral de la muerte económica y de la pérdida de la vida de cualquier pueblo!”
El trabajo corrupto genera lo que tiene, corrupción. Se recoge lo que se siembra.
El empresario corrupto genera lo que es.
El trabajador corrupto corrompe su trabajo y el de sus compañeros, hace daño a la empresa y debe ser castigado como lo debe ser el deshonesto empresario.
Solo conozco un medio de quitar la corrupción: la honestidad como valor y creencia y como parte esencial del honor y dignidad de la persona.
“¡El trabajo dignifica o condena según la honestidad, lealtad y sinceridad de quien trabaja!”
“¡El trabajo es un derecho y una obligación y tiene los valores que tengan los trabajadores y los que tenga la empresa y toda la sociedad!”
“¡El trabajo es una necesidad y un derecho que lo tiene que solucionar la sociedad honesta y leal!”









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