“¡LA
LUDOPATÍA!” “¡EL LUDÓPATA!” “MIS CREENCIAS Y MIS DESEOS”
“¡¡¡Un
amigo taxista me dijo que escribiese sobre este gravísimo problema. Espero
haber cumplido con sus deseos. Mis felicitaciones a ese especial gremio de los
taxistas. Conocen la realidad de la ciudad y hacen un servicio sin igual!!!”
El ser humanos siempre es atacado por el mal. Pero tenemos
los recursos suficientes y capaces de vencerlo.
“¡Los creyentes tenemos a Padre Dios, sin cuya ayuda nos
sentimos incapaces de vencer al mal!”
Entiendo que al no creyente, la educación en valores éticos,
morales o religiosos le ayuda poderosamente a vencer al mal.
Los padres – y no me cansaré de repetirlo – tenemos la
ineludible obligación de educar a nuestros hijos. No hay disculpas para no
dedicarles el tiempo necesario. No hay disculpas para no atender a su
educación.
“¡La educación es la gran responsabilidad que tenemos los
padres, y el gran valor que les dejamos a nuestros hijos para que puedan hacer
de sus vidas una experiencia útil para ellos y para los demás!”
El ser humano es un ser bueno y social por naturaleza.
Necesita la ayuda del AMOR Y AMISTAD, y la dedicación de los demás,
Los padres que no ha educado a sus hijos tienen una culpa en
el comportamiento de sus hijos.
Los padres que han educado a sus hijos no son culpables del
mal que hagan sus hijos.
Las ludopatías son varias, las más comunes son la bebida y
el juego.
El ludópata termina siendo un enfermo. Su deseo atrayente a
hacer lo que le atrae en su ludopatía termina siendo abrasador, y lo arrastra
cada vez más. Le resulta cada vez más difícil de vencer. Lo arrastra de una
manera atroz y arrolladora.
El ludópata trata de convencerse a sí mismo de que no puede
vencer la atracción que le arrastra a su mal.
Hay que ser una persona muy educada en valores y tener una
voluntad de hierro para salir de su mal. La ludopatía lo arrastra sin cesar.
Tiene que ser una persona que tiene la voluntad y el poder
de vencer su mal. La ayuda de los demás es fundamental.
A un ludópata le es muy difícil un vencer su ludopatía,
porque es una tendencia casi irresistible.
El ludópata es digno de compasión y de tratar de ayudarle
hasta la saciedad y sin descansar.
El problema se agrava cuando sus padres, familia,
amigos tampoco son educados. Son incapaces de ayudarles.
Tener hijos es de las mayores glorias y hechos que podemos
hacer los padres. Crear una vida invalorable, única e irrepetible. Los hijos
son para los padres la gloria terrenal.
Los hijos son la dicha, la ilusión y la esperanza de los
padres.
Pues hay quien tiene hijos como si fueran seres irracionales.
¿Qué podemos hacer para ayudar a los ludópatas? Tratar de
ayudares, rezar mucho los creyentes y muchos pequeños o grandes sacrificios los
no creyentes. La ayuda nuestra no es suficiente, ellos tienen que poner de su
parte el deseo y la voluntad. Eso creo. Y eso deseo.
La ludopatía comienza, normalmente desde muy joven, lo que
la hace más difícil aún de erradicar.
Los ludópatas tratan de ocultar su irresistible tendencia al
mal. Lo que agrava la situación. Hay quien ni reconoce su ludopatía, la trata de
olvidar y de disculpar.
“¡Nadie nace ludópata!” “¡El ludópata se hace!”
¿Qué podemos hacer? Rezar y hacer sacrificios implorando
la ayuda de Padre Dios, y la fe y los sacrificios de los que no son
creyentes.
Quisiera tener la barita mágica con la que ayudar. No la
tengo y lo siento.
Mis creencias, vivencias y deseos en el amor a Padre Dios me
abrazan y las necesito para vivir de forma normal y natural, con
honestidad y en libertad.
Por eso rezo sin cesar.
El ludópata y la ludopatías tienen la ayuda que les
prestemos los demás y si son con oraciones y rezos la ayuda es sin igual.
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