ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MI MUJER.
Haber sido amado y haber amado, -que es lo mismo-, es una de las maravillosas vivencias que depara la vida humana.
El poder de la mente es tan
grande que contribuye y consigue mantener – aunque sea latente – el amor
vivido, y con sus recuerdos puede endulzar las amarguras de la soledad.
Solía decir, refiriéndome a
mi soledad: “si me quieren castigar, déjenme solo”.
No he aprendido a vivir solo,
pero sí he conseguido compartir mi soledad.
He aprendido a vivir de
añoranza y de recuerdos, y rememorándolos volver a sentir las emociones vividas casi como si
fueran la realidad tal como pasó.
"¡Volver a poner en la imaginación el amor es el gran complemento a
la soledad!"
“¡Amar es tener ilusiones y compartirlas
con el ser querido!”
La soledad con buenos
recuerdos, -por la ausencia del ser querido-, logra reducir al mínimo el dolor
de la ausencia, lo que quizá pasa es que dulcifica la amargura. No es un dolor
amargo, más bien podría decirse que es una sensación agridulce, pero no triste.
¡Gracias, Padre Dios por
haberme dado fe! ¡Cuánto me ayudas!
A quien no tenga Dios, le
aconsejo; - si Dios mismo me lo permite:
buscarlo o inventarlo.
Al vivir en el recuerdo, con
añoranza, y algo de tristeza, sólo he encontrado alivio en la fe.
Padre Dios, tu amor,
correspondido por el mío; y el amor de los que me han querido, me quieren, y he
querido, Su amor y el mío hacia Él, me permiten, y me ayudan a vivir con
ilusiones, aún en la soledad, y aún sin
la presencia del ser querido, sin sus caricias ni sus susurros, y sin su
apoyo.
“¡La soledad no debe ser
razón o causa del olvido!”
Se olvida cuando no se ha
querido o no se quiere.
“¡Cuando hay amor jamás se
olvida!”
¿Y todo esto a qué viene?
A recomendar, con toda
humildad y cariño: “seres que se quieren, quiéranse más”. Yo, hoy, no solo recuerdo, sino creo que estoy
en comunicación directa con ese ser querido, que me ha precedido, y me espera
cuando Padre Dios lo tenga destinado.
No desaprovechen ocasión de
amarse, de decirlo y de repetirlo. No desaprovechen las vivencias del amor y
sus consecuencias.
Potencien y eleven, en la
medida de las posibilidades, el amor y sus momentos más destacados.
No dejen para después la
caricia, la palabra, el gesto, todo aquello que sea manifestación y
demostración de cariño entrambos.
Y vayan guardando esas
vivencias en la memoria del amor, que es
el alma, en la que se guarda todo lo que de más grandioso tiene le vida de la
mujer y el hombre.
Fortalezcan los cimientos del
edificio que los amantes van construyendo, para cuando les llegue la muerte y
la ausencia del ser querido, no se resquebraje o se sienta el edificio, por
estar bien cimentado en vivencias y recuerdos.
Busquen mucho el amor de
Padre Dios y de su Madre. Quiero decirles que debemos rezar mucho: eso nos
ayudará poderosamente, aunque me haya
quedado sólo, y sin el ser que tanto he querido.
El rezo me ayuda a no estar
solo, me dulcifica la ausencia, y la fe me ayuda a confortarme.
Sigo estando solo, pero sin
amarguras, sólo un amago de la tristeza y el vacío de la soledad, que me
acompañarán hasta el último día de mi vida terrenal.
Quieranse mucho, no desperdicien ocasión, -no suelen repetirse las mismas
circunstancias.
“¡¡¡No hay mayor felicidad
que amar y ser amado!!!”
“¡¡¡Vivan hoy con el amor y mañana con el recuerdo!!!”
“¡¡¡Pero siempre amando!!!”
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