“HACER LAS COSAS BIEN”
Hacer las cosas bien
depende de la educación recibida; de los valores que se tienen, que se creen y
que se practican; y de participar honesta y libremente, sin pedir nada a
cambio. En resumen: ser honesto y participar en libertad.
¿Por qué se hacen
cosas mal? Por la libertad.
¿Quién hace las cosas
mal? Quien quiere. No hay razón para hacer el mal, sí hay razón para hacer el
bien.
“¡Y la experiencia
dice que en el fondo es más fácil hacer las cosas bien que mal!”
El odio, la envidia,
la perversidad... ¡Para qué seguir enumerando pasiones, razones y motivaciones
equivocadas! Todos las conocemos, desafortunadamente.
“¡Padre Dios!” “¡De
infinita misericordia!” ¿Aún esos maledicentes, si se arrepienten y piden
perdón, entrarán en el reino de los cielos?
¿Qué podemos y debemos
hacer para que se haga el bien por la humanidad entera? “¡Rezar y hacer el bien
que esté a nuestro alcance!”
El mal cuando está
establecido es muy difícil de erradicar.
El mal, cuando está
establecido, hace que el maligno actúe con prontitud, y ejerza su
poder porque se encuentra un campo abonado. Un ejemplo son los poderes
perversos.
No debería ser
anormal, raro, o algo parecido, que un maldiciente se arrepintiera y
recondujese su vida hacia el bien. La solución es rezar para que Padre Dios
ilumine esas mentas en tinieblas y en la oscuridad del mal. Y así
recibirán el perdón.
“¡Que los maldicientes
vean y comprendan que la felicidad está en compartir el bien; que dando nos
enriquecemos de belleza y alegría; y recibiendo el bien llenamos nuestra alma
de ese bien y de la libertad, desarrollándose, entonces, la felicidad!”
"¡Hacer las cosas
bien es más fácil que hacerlas mal!"
"¡Con el bien el
alma se reconforta, se llena de ilusión, de felicidad y de libertad!"
¿Cómo convencer a los
maldicientes, para que cambien y hagan las cosas bien? Rezar, y los no
creyentes hacer pequeños sacrificios, todos debemos hacerlos, para que ambos
hechos sean la suma necesaria para hacer desaparecer el mal, y hacer que llegue
el bien a las cosas y a las almas de los más necesitados. Que los hay.
Hacer las cosas bien
debería ser normal y natural.
Quien hace las cosas bien ya está en el maravilloso
camino de la santidad. También el que trata de hacerlas bien.
Hacer las cosas bien llena el alma y el
corazón de lo que tanto ambicionamos y necesitamos: la felicidad y la libertad.
Haga las cosas bien y
ya me contará.
Ya me dirá.
Gracias por su amistad,
y por el favor que me ha hecho leyendo este texto.
Le doy lo que tengo de
más valor (queriendo hacer las cosas bien): Que Padre Dios le bendiga, a su familia, amigos, vecinos y al mundo
entero.
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