“¡REZAR!”. “¡LA ORACIÓN!”. “¡EL REZO!”.
Las
posibilidades de rezar, de la oración, de la plegaria, del rezo, son infinitas,
porque nunca se acabarán. Ni en vida ni tras la muerte.
"¡Rezar
es ponerse a ello, es comenzar, y ya nunca acabar!"
"¡A
quien reza Dios le ayuda y le dará lo que más le convenga!"
"No
deje de rezar y vivirá la felicidad terrenal y luego la eterna felicidad!"
"¡Quién
reza acude al Corazón de Padre Dios!"
Se
reza con el deseo, no con las palabras. La oración languidece cuando languidece
el deseo.
"¡La
oración es el camino de la salvación!"
"¡La
oración del Padre Nuestro y del Ave María es la oración de la iluminación y del
encuentro con Jesucristo Dios y hombre verdadero, Jesús, y con su madre la
Virgen Santísima, María!"
"¡La
oración nos engrandece por dentro, hace crecer al alma, la llena de la virtud
de la fe, de la esperanza y caridad!"
"¡Rezar
nos conduce a vivir en comunicación con la Santísima Trinidad, al instante, y
nos eleva el corazón a metas humanamente inalcanzables!"
"¡Rezar
es implorar bendiciones que nos llegarán!"
"¡Con
la oración encontrará la solución de esa dificultad que apareció en su vida, de
aquello por lo que rezó!"
"¡¡¡A
quien rezó, Padre Dios le oyó!!!"
"¡Rezar,
la oración, es el medio y la forma de hablar con Padre Dios!"
Y
siempre seremos oídos.
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