“¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?”
¿Por qué estamos aquí?
Por razones bien definidas y muy concretas a las que tenemos que corresponder
para ser merecedores de haber recibido la vida y darle contenido, para nuestro
bien personal y para el bien de los demás.
Somos uno entre los
demás.
Somos únicos e
irrepetibles: entre los que viven, han vivido y vivirán no hay nadie igual a
nosotros.
No hay ni habrá otro
como usted: “esa es la gran responsabilidad”.
Nacimos para vivir una
vida que le sirva a usted y a los demás.
Sin su participación y
aportación no habrá otra persona que cubra y ocupe el lugar que a usted le
corresponde. Es único e irrepetible. No lo olvide jamás.
Somos tan importantes
que nada ni nadie puede ocupar el puesto que nos ha tocado vivir, el que usted
y yo tenemos la ineludible e irremplazable obligación de ocupar, para ser
merecedores de la vida que nos ha tocado vivir, y que viviremos. ¿Vivo mi vida
en el vacío? o, por el contrario, ¿la estoy llenando?
Nadie es
imprescindible, pero su lugar es insustituible y nadie, nunca jamás, habrá
quien ocupe su vida, sino usted y nadie más.
La vida es la
maravilla que nos ha tocado vivir.
Desaprovechar y no
corresponder a las obligaciones personales y sociales que nos corresponden es
de una cobardía y de una irresponsabilidad, que le convertirían a usted en un
ser sin valor ni contenido, y viviría una vida en vacío que nadie podría
sustituir, y moriría en la soledad del vacío.
La soledad del vacío
es el final de la cobardía, de haber tenido una vida y no haber correspondido a
sus obligaciones personales, familiares y sociales. Y morirá en la soledad del
vacío.
Sea creyente o no
responderá ante el mismo Dios al que todos tenemos la obligación de
corresponder y responder, y cuando le llegue la muerte se encontrará con El y
¿qué le dirá? Lo siento Dios, no te conocía.
¿Qué dirá Padre Dios?
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