“NO HAY PUEBLOS BUENOS Y PUEBLOS MALOS, HAY PUEBLOS EDUCADOS Y PUEBLOS MALEDUCADOS”
Mis años y mis experiencias me han hecho llegar a la siguiente conclusión: “NO
HAY PUEBLOS BUENOS Y PUEBLOS MALOS, HAY PUEBLOS EDUCADOS Y PUEBLOS
MALEDUCADOS", así, de forma llana, simple y contundente.
Lo triste de este tema es que la ansiada y necesaria felicidad es muy
difícil de alcanzar sin la educación.
"¡Si soy maleducado, podré estar contento, pero no feliz!"
Se podrán vivir momentos de satisfacción
pero no vivencias de la felicidad, y menos de la libertad.
"¡La felicidad es un estado consciente de alegría de nuestros actos!"
Si los actos son buenos y educados, dan felicidad. Si son malos y maleducados, nos
traen infelicidad.
Añadamos que "el mal no ha vencido al bien", pero podemos ocultar el
bien con nuestros actos malos. Debemos repetir que "los pueblos se
enferman como nos enfermamos las personas".
"¡La gravedad de la enfermedad suele estar en relación directa a la
educación recibida, aceptada, y practicada!"
Es imprescindible haber recibido una educación en valores éticos, morales o
religiosos para tener felicidad.
Si actuamos de buena voluntad, la felicidad es una consecuencia del buen
comportamiento.
Somos felices porque actuamos de buena voluntad con valores éticos, morales o
religiosos.
La educación no se improvisa, tampoco la felicidad, y menos la libertad.
Como padres tenemos la constante, e ineludible, obligación de estar educando a
nuestros hijos. Se comienza con el nacimiento y se termina cuando muramos.
Si la educación no se acaba, tampoco la felicidad se acaba.
Los creyentes le pedimos a Padre Dios, y a la Virgen Santísima, que nos ilumine
en nuestras obligaciones personales, familiares y sociales, para que con
nuestro comportamiento podamos dar un ejemplo que instruya y garantice el valor
de lo que predicamos. Y con ello ayudemos a los demás.
¿Qué importancia tienen los valores éticos, morales, y especialmente los
religiosos?
En unos momentos individualistas y pasotas, tenemos que fortalecer los valores,
y que nuestros actos sean una consecuencia de esos valores.
Siendo educados educaremos, y viviendo con valores alcanzaremos la felicidad y
la libertad, para las que hemos sido creados.
No hay pueblos malos
ni pueblos buenos, hay pueblos educados y pueblos maleducados.