“¡A LAS Y LOS QUE CREEN EN DIOS!” “¡A LOS MONOTEÍSTAS!”
La gran mayoría
de la humanidad creemos en un solo Dios. Por eso nos llamamos monoteístas: monos significa uno, y theos significa Dios.
¿Los
monoteístas creemos que mi Dios es el único y verdadero? Por tanto: los demás
están equivocados. Sinceramente: creo que no.
En mi caso, he
heredado y aceptado mi creencia en Dios.
Para mi es algo
tan claro y evidente, atesoro tantas vivencias de Dios, que no tengo la menor
duda de su existencia.
Lo puedo asegurar
sin temor a equivocarme.
Creo que el
amor y adoración a Dios son una inspiración divina, que, en mi caso, se ha
servido de una herencia recibida.
No cabe duda
que Dios me ha oído, y me lo ha confirmado en numerosas ocasiones.
Algún día les
diré cuales han sido esas confirmaciones. Este tema es más importante que mis
experiencias.
Volviendo al
tema: una de las cosas que más me preocupan es la desunión entre las religiones
monoteístas.
La desunión
monoteísta es algo que no llego a entender, y menos comprender.
Máxime en estos
momentos, cuando tenemos problemas gravísimos ocasionados por la pandemia y la
espantosa crisis económica y social, y no hacemos nada.
Teniendo, como
tenemos, la solución, no la ponemos en práctica. ¿Por qué? Esta es la pregunta
que me repito desde hace tiempo.
“¡Si millones
de fieles monoteístas rezásemos y pidiéramos, a ese Dios que tanto amamos y
adoramos, por la misma intención, ese Dios nos lo concederá!”
¿Cuál o cuáles
son las razones de esta desunión? Eso quisiera saber yo.
La solución es
tan evidente y segura que no hacerlo, no creo que solo sea incomprensible,
porque hay una responsabilidad ecuménica, que ese Dios, a quien amamos y
adoramos, supongo nos reclamará.
Digo supongo,
porque, lógicamente, no lo sé, es solo una deducción lógica.
De lo que sí
estoy seguro es de la responsabilidad. La responsabilidad es inherente al cargo.
¿Qué puede ser
lo que impide esta HERMANDAD?
¿Quiénes son
los culpables?
¿Qué razón o
razones existen para que no haya esa HERMANDAD?
Seguiría
haciéndome preguntas, y siempre llegaría a las mismas conclusiones: ¿Hay
orgullo y no humildad?
¿Hay despreocupación?
¿Los dirigentes
están muy lejos de sus fieles?
Lo cierto es
que no sé cuál es la razón.
Llevo más de un
año con este tema, y me encuentro en el mismo punto de partida.
Sea la razón
que sea, hay una realidad incuestionable: la responsabilidad de tener la
solución y no ponerla en práctica.
Dios nos coja
confesados.
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