“LUCHAR POR LA LIBERTAD”
Luchar por la libertad debe ser la obligación
de todo ser humano.
Después de nacer se vive para y por la
libertad. El creyente reconoce que es por la gracia de Padre Dios. El no
creyente por la fe y convicción que profesa.
“¡Ejercer la libertad y nunca descansar!”.
La libertad nos hace personas libres, dignas,
capaces del bien y del mal, responsables de nuestros actos, merecedoras de
recompensa o de fracaso, capaces de mérito por nuestros actos, capaces de
amar y de dar la vida por la propia libertad y por los demás.
“¡Nacimos para luchar!” “¡Y debemos morir
luchando!”
“¡La vida no tiene sentido ni calidad ni valor
si no se lucha por la libertad!”
Luchar por la libertad nos hace personas
humanas capaces de vivir con honor, lealtad y honestidad.
Sin libertad la vida se deprecia, disminuye
mucho el valor necesario para vivirla con felicidad. Sin libertad no hay actos
humanos, no hay mérito, y no hay felicidad.
“¡Con la muerte natural, se acaba la
libertad!”
“¡Vivir sin libertad anula todo lo que hagamos!”
La racionalidad es el fundamento de la
libertad, pero los creyentes necesitamos, además, saber que existe ese gran
amor de Padre Dios y a Padre Dios.
Supongo que para los no creyentes la
racionalidad también fundamenta la libertad, la vida natural y racional del ser
humano, como ser viviente que se es, con alma –inteligencia y voluntad- y
corazón, pasión.
Supongo que nadie duda de la existencia del
alma. Puede que otros la llamen el espíritu, el raciocinio, la imaginación
creativa, el poder de decidir y hacer, y no sé cuántas cosas más.
“¡Démosle el nombre
que creamos: el alma –así la llamo yo- impulsa y dirige la voluntad, el
entendimiento y la capacidad de discernir y de elegir entre el bien o el mal!”
Nacimos por un hecho físico, del amor de
nuestros padres, y con un algo que no tiene explicación material. Y por tanto
no es material. A eso le llamamos alma. Y es el centro que constituye nuestra
vida humana. Cuando ese centro se pierde el hombre muere y se disgrega.
El espíritu, el alma, nos inclina a un camino
natural, como es tratar de ser libres y felices en compañía de los demás.
“¡Luchar por la
libertad y la felicidad es un instinto natural!”
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