"¿CÓMO SE PUEDE SER REPRESENTANTE DE UN PUEBLO Y NO CREER EN ÉL?"
De las mayores incongruencias del momento es que haya políticos que no creen en
el pueblo, ni el pueblo en ellos.
Existe un divorcio social muy
preocupante y nefasto. No hay conciencia social.
¿Qué se puede espera de ello?
De todo, menos lo bueno.
Aclaro: un político no es más
que un administrador de los sagrados bienes de la comunidad.
Ser político es de los
mayores honores que un ser humano puede tener.
Ser político es ser un servidor de los demás, y sin pedir nada a cambio.
"¡El pueblo somos las personas, que unidas en nuestras uniones, componemos
la sociedad!" Y todos debemos trabajar por el bien de los demás sin pedir
nada a cambio.
Si no existe este concepto de
político y pueblo, y si no es además de obligado cumplimiento, y de honesto
orgullo, lo normal será que el político sea un corrupto, y el pueblo también,
porque ambos tienen la misma procedencia y las mismas referencias morales.
No se puede servir al pueblo y servirse de él.
No se puede servir a la
comunidad y servir de ella.
No se puede representar al
pueblo y no servirlo honestamente, ya sea político o como ciudadano.
El gran fracaso de un
político es creerse que tiene ciencia infusa y ser deshonesto.
El gran fracaso de muchas
asociaciones de vecinos ha sido haberse politizado partidistamente, que es una
forma de deshonestidad con la comunidad a la que pertenece.
El mal engendra el mal.
¿Cómo podemos esperar que un
político trabaje honestamente si se sirve del pueblo?
“¡Todo trabajo hay que
hacerlo honestamente y responder, constantemente, de su labor, tratando de ser
lo más eficiente y claro, para generar mayor riqueza y mayor felicidad y
libertad!”
La desunión, por falta de
comunicación entre políticos y pueblo, es una de las demostraciones de no
confiar mutuamente.
¿Qué una asociación se las
vea y desee para entrevistarse con el
político correspondiente, no es otra demostración de este divorcio?
Quizá nunca antes la humanidad ha sido tan consciente de sus propias fuerzas y
del derecho, pero está dejando claramente de lado los valores propios de la
persona, que son aquellos que posee en cuanto es imagen de Dios.
Vivamos como mujeres y
hombres cabales, desarrollando todos nuestros valores morales, éticos o
religiosos, para alcanzar la única forma de ser político y ciudadanos: personas
honestas, unidas y participativas que trabajan por los demás sin pedir nada a
cambio.
Pero ante la incomprensión mutua y el no confiar entre ellos -políticos y
pueblo-, se camina hacia el abismo social y económico. Solo se parará cuando
ellos –políticos y pueblo– se entiendan y se necesiten, cooperando
conjuntamente al sólo fin de solucionar problemas y sin pedir nada a
cambio.
"¡No se puede representar y cooperar sin
conocerse y respetarse!"
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