Este era el tema de hoy, aunque, como digo, dejo el anterior. Espero disculpen mi error e insistencia. Gracias.
“LA AUTORIDAD: DEBE PERSEGUIR AL MALO Y NO AL BUENO”
Cuando falta la educación y la libertad y, como lógica consecuencia, puede perseguirse al bueno y no al malo.
Las leyes, los organismos públicos y los políticos, componen una parte importante de la autoridad.
Existe autoridad cuando se defienden los intereses de los ciudadanos.
No existe autoridad cuando se defienden los intereses de los malos en detrimento de los buenos.
Tiene que existir una conciencia clara en la sociedad y en cada uno de los ciudadanos de que TODO tiene que estar al servicio de la persona, ¡PERO TODO!
LA AUTORIDAD ESTÁ para SERVIR. Cualquier otra cosa es perversidad y deshonestidad.
Los católicos recordamos aquellas palabras de San Pablo a los colosenses: “despojaos del hombre viejo con todas sus obras y revestíos del hombre nuevo”.
Esto debe de ser nuestra diaria renovación, tanto para no creyentes como para creyentes.
El que tiene la autoridad, debe olvidarse de sí mismo y darse a los demás, ayudándoles a conseguir su pleno desarrollo, sobre la base de lo que es tener una visión global y verdadera del hombre y de la humanidad. Así es como se ejerce una auténtica autoridad.
Servir a los demás alegremente, sin esperar nada a cambio, salvo el sueldo que todo trabajador se merece y se le debe. Así debería ser la autoridad.
Tener una disposición alegre y humilde, y de tal forma que no sea advertido este comportamiento para que no nos tengan que dar ninguna recompensa a cambio, sólo baste con las gracias, de persona educada.
Servir siempre con alegría, deseando ser útiles: entonces “servir es reinar”, como diría Su Santidad Juan Pablo II en su encíclica Redemptor hominis.
La vida se compone de una serie de servicios mutuos y diarios.
Al ciudadano educado y correcto el resto del mundo le debe toda atención y servicio. Y el resto del mundo recibe el educado trato y el correcto comportamiento del ciudadano. Así se ejercita la autoridad.
Nada ni nadie es más que otro. Nada ni nadie puede faltar a las reglas de urbanidad y respeto, porque la raíz de esos derechos está en la sagrada libertad.
La autoridad se ejerce respetando la libertad, porque somos libres: que nos lleva a cultivar los valores éticos o religiosos que ordenan nuestro comportamiento honesto, educado y agradecido.
Ser libre para recibir y ejercer la autoridad. Entonces al malo se le castigará y al bueno se le protegerá.
En la espera deseada del mundo mejor que tenemos que construir, reciban todo mi cariño y admiración a quienes ejercen la autoridad y a los que la aceptan porque respeta la libertad y así puede proteger al bueno y condenar al malo, y vivir la felicidad a la que todos tenemos derecho.
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