“LA SERENIDAD”
La serenidad es fundamental en todos los momentos, pero lo es especialmente en los más trágicos. Por ejemplo, los momentos que estamos viviendo: momentos dominados por una crisis de valores que ha generado la crisis económica y ha impulsado el crecimiento exponencial de un poder perverso.
La serenidad no nace de cerrar los ojos a la realidad que nos circunda y que vivimos. Tampoco consiste en pensar que no tendremos tropiezos y dificultades. La serenidad no esconde la cabeza: mira de frente, cara a cara, a la realidad, con el objetivo de buscar soluciones, mediante la participación.
Nunca más la inactividad. La pasividad no serena a nadie.
Debemos mirar al presente y al futuro con optimismo, porque esperamos contar con el apoyo mayoritario del pueblo honesto y participativo.
Somos seres comunitarios, participativos y libres. Valores innatos, no adquiridos, nos mueven con fuerza hacia el bien. Pero podemos sofocarlos, entumecerlos o incluso matarlos. Vale la pena cultivarlos y proponerlos, pues su eficacia sanadora es grande. Por ejemplo, la famosa regla de oro: ama a los demás como a ti mismo; o, si lo prefieren, trata a los demás como te gustaría que ellos te trataran.
El filósofo existencialista francés Jean-Paul Sastre insistía en otro valor: “el ser humano es siempre y en todo lugar totalmente libre”. Sin embargo, hoy, a la liberad se le ha puesto un precio. Está hipotecada. Solo la mayoría silenciosa con su honesto y exigente comportamiento podrá liberar a la libertad. Y redescubrir el valor de su ineludible consecuencia: la responsabilidad.
Los tiempos que vivimos nos exigen acercarnos al amigo, al conocido, al vecino... y ponernos a su disposición. Que no se sientan solos. Que no nos sintamos solos.
¿Hemos olvidado aquello de que “el pueblo unido jamás será vencido”? ¿Nos lo creemos de verdad?
Pero todo precedido y guiado por la serenidad.
Cuando llevaban a Santo Tomás Moro a la cárcel, el antiguo Lord Canciller le dijo a su yerno Roper: "Son Roper, I thank our Lord the field is won" / “Hijo mío Roper, doy gracias a Dios, porque la batalla está ganada”.
Roper confesó no haber entendido el significado de esa frase. Más tarde comprendió que el amor sereno de Moro había crecido tanto, que le daba seguridad de triunfar sobre cualquier obstáculo, y que lo había expresado con la mayor serenidad.
Así es como, en mi opinión, debemos comportarnos ahora. Pero a Dios rogando y con el mazo dando.
La serenidad es la virtud de los éxitos.
Comprendo lo difícil que se hace algunas veces estar sereno y transmitir serenidad. No lo consigo muchas veces. Pero intento, con paciencia y sin desanimarme, serenarme y ver con más objetividad los tristes momentos que vivimos por la falta activa y participativa del comportamiento honesto de la mayoría.
No hay objetividad sin serenidad. El enfado, la ira, el odio ... lo oscurece todo.
Para poner en marcha a esa mayoría también es necesaria la serenidad. Me lo repito constantemente, porque hay veces que me rebelo y tengo que contenerme.
La serenidad es una atalaya, y desde lo alto de ella se domina y se ve más y mejor. Y quisiera subirla.
Es fundamental educar a los hijos con y en la serenidad. Es la mejor herramienta para conseguir lo que uno se propone mediante el convencimiento. Alcanzar fines duraderos.
¡Son tantas las razones por las que tengo que rezar, una de ellas e pedir la serenidad!
Seamos serenos, en especial en los juicios. Pero caminemos con cierta rapidez, en la recuperación de la libertad. Con serenidad, pero también con la contundencia que proporciona la honestidad.
En espera que la serenidad nos inunde y ahoguemos al mal que nos somete, para ser y compartir la libertad y felicidad, y tener el mundo mejor que deseamos y necesitamos
Hola D. Luis:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con usted en su opinión.
Pero bien cierto es que hay situaciones en las que son muy difíciles mantener la serenidad, el paro, los hijos, la salud...y a todo eso hemos de añadirle la situación insostenible por la que estamos pasando en esta sociedad;en la que desgraciadamente no todo el mundo es capaz de mantenerse sereno y no caer y la desesperación les lleva a hacer locuras.
He pasado y paso por momentos intranquilos que me angustian y me agobian.He de decir que no siempre consigo estar igual de serena...
Pero llega un momento en que recapacito o recapacitamos,(mejor dicho porque tengo la suerte de compartir estos momentos con un marido maravilloso como es Ramón),y me aferro a un resquicio de tranquilidad y pienso:
"¡¡¡Dios provee!!!".
Saluditos y un beso.
Mency
Eso es la serenidad, lo que usted tan sabiamente hace y llega a conclusión ¡¡¡Dios proveerá!!!, y luego añadir el trabajo y la participación personal en la búsqueda de la solución humana. No esperar el milagro, aunque hay veces que se da.
EliminarY recordar lo que nos dejó dicho Jesucristo "pedid y recibiréis".
Por supuesto, hablar es fácil, ser y estar sereno implica tener unos valores -que afortunadamente ustedes, pareja, tienen en grado superlativo - que refuerzan la serenidad.
Estoy a la entera disposición para todo aquello que les pueda ser de utilidad, será una alegría enorme si les puede servir en algo.
Por supuesto, rezaré y ofreceré la Comunión por ustedes.
Que Padre Dios les bendiga, lo que yo también hago con admiración.
La serenidad, amigo mio, es un estado consecuencia de las circunstancias. No se puede estar muy sereno cuando se te niega lo básico y entonces aparecen otros estados que van de la depresión a la ira.
ResponderEliminarFíjese en la cara de serenidad que tienen banqueros, grandes empresarios y algunos políticos. Contrasta con las caras de dolor, rabia, desamparo de los parados, de los desahuciados, de los trabajadores sometidos por la fuerza de la amenaza del hambre.
Poder estar sereno en la adversidad, sería muy deseable. Pero conviene no confundir serenidad con pasividad y resignación.
Me quedo con sus palabras. "Pero caminemos con cierta rapidez, en la recuperación de la libertad. Con serenidad, pero también con la contundencia que proporciona la honestidad".
Un saludo.
Cada vez me siento y estoy mas cerca de usted, lo que me llena de ilusión y de una enorme esperanza y alegría. Le necesitamos, nunca habrá mayoría si contar con usted. Estoy seguro que una de sus grandes responsabilidad es seguir dando tanto cariño y amor por los demás. Le admiro de todo corazón.
ResponderEliminarRuego, como creyente, que Padre Dios nos siga dando la dicha de su necesaria participación.
Gracias mi admirado y querido amigo. Sigamos y conseguiremos al mundo mejor que nos espera. Lo conseguiremos, no tengo la menor duda. Seremos felices por la libertad, porque la habremos ganado por esa honesta mayoría que su participación será de obligado cumplimiento.
Con todo el cariño y admiración, le adjunto un fortísimo abrazo. Su amigo Luis.
A mi anterior respuesta a don Luis ángel, he cometido una error al escribir, y en la segunda línea debe decir: Le necesitamos, nunca habrá mayoría sin contar ....
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