“¡VENCER A LA ADVERSIDAD!”
Vencer a la adversidad es cuestión de fe y de voluntad.
La voluntad es una amiga que nos acompaña mientras vivamos.
Fortalecer la voluntad es de sabios donde los haya.
Los mayores amigos de la adversidad son la falta de fe en sí
mismo y el claudicar sin luchar.
La lucha fortalece la voluntad, y no digamos la valentía con
audacia y santidad, entonces el poder es casi invencible.
La santidad, que reitero es: ser fiel a los principios,
convicciones y creencias de los valores éticos, morales o religiosos. Ser fiel
a nuestro origen y a nuestro destino.
La santidad es a la que todos estamos llamados, creyentes o
no. Los creyentes conocemos que quien nos llama es Dios, desde el momento en
que nos crea y en el que por nuestros padres nos pone en el mundo. La santidad además
nos ayuda, de forma elocuente, a luchar contra la adversidad.
"¡Los principios y las creencias, que es creer, deben
fundamentarse en la fe recibida y abrazada, hecha propia, pensada; y sobre ella
los principios se apoyan en la confianza en uno mismo y en creer en los demás
por la honestidad del amor!"
La confianza en sí mimo es un cimiento de la felicidad y de
la libertad para alcanzar la meta que nos hemos propuesto alcanzar.
Todo tiene un límite en lo humano, que no hay que tratar de
despreciar. Solo se nos pide luchar con
fe, humildad y honestidad y hacerlo sin descanso.
La vida tiene sentido y valor cuando los valores que tenemos
los practicamos con fe, humildad, honestidad, haciendo el camino de la
santidad, que es el gran enemigo de la adversidad y del mal en esta vida.
La conciencia, bien formada, es el motor que mueve y dirige
nuestras vidas y la pone en el camino de la felicidad, de la libertad y, sobre
todo, de la santidad.
"¡¡¡Luchar con fe, humildad y honestidad es el camino
que debemos recorrer, si queremos vencer a la adversidad!!!"
La adversidad es algo que nos puede llegar, pero no hemos de
claudicar nunca, ni dejar de luchar. Así venceremos siempre a la adversidad,
por los valores que tenemos.
La adversidad las hay de todos los tamaños. De nosotros
depende que, cuando llegue, la despidamos por el poder de nuestra buena y
honesta voluntad, que es un gran enemigo de la adversidad.
Cuando llegue la dificultad, la adversidad, a luchar; y
venceremos con nuestra fe, humildad y honestidad y nuestros deseos de luchar,
si es con amor.
Porque sin amor no hay nada que venza a la adversidad.
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