“¡¡¡A VUELTAS CON LA EUTANASIA!!!”
La vida tiene un valor incalculable: es
única, irrepetible, maravillosa y eterna.
El instinto de conservación hace cerrar
los ojos cuando algo se nos aproxima de forma inesperada. ¿Qué no haremos por
la vida?
Siento el mayor respeto por todo aquello
que se hace de buena voluntad, aunque no lo comparta.
Pero no entiendo la eutanasia, como
tampoco entiendo el aborto.
Supongo que tiene que existir un estado
totalmente desesperado, que sitúe a alguien fuera de la realidad, y que le
induzca a la muerte o matar.
Por eso tampoco entiendo por qué no se
buscan todos los medios, habidos y por haber, para tratar de desistir, ayudar y
de convencer a los que quieren matar o matarse.
Para una persona normal, en
circunstancias normales, la vida es un don inigualable.
¿Cuánto bien se puede hacer, y cuántas
satisfacciones se puede recibir? Incontables y maravillosas.
Problemas hay y los habrá mientras
estemos vivos.
Creo plenamente en los valores eternos
del ser humano, y confío y creo plenamente en Padre Dios.
¡Qué importante y qué maravillosa es la
educación recibida de los padres! Igual que los valores éticos o religiosos.
Sus ausencias tienen que crear unos vacíos insondables. Quizá esos vacíos
puedan conducir a esos estados de desesperanza, que conducen a la eutanasia.
Debemos rezar, constantemente, por el
bien de la humanidad. Y uno de los mayores bienes es la vida. Tanto que sólo
tenemos una y única.
Solo la vida permite experimentar la
felicidad. Solo la vida permite repartir felicidad.
¡La felicidad es privilegio de los que
están vivos!
Esto tienen que creerlo aun los que no
creen en la eternidad, ni en la existencia de Padre Dios.
Hemos nacido para ser felices, pero con
nuestro concurso, aunque haya influencias exteriores.
Intento decir que la vida es algo
maravilloso: merece la pena ser recibida y ser compartida. Merece la pena
respetarla y conservarla.
Que el dar enriquece tanto, que nos hace
millonarios de felicidad. Pero sólo dan los que están vivos…
¿Cómo puedo ayudar a quien quiere matar o
matarse? Sólo conozco lo que he dicho: rezar. Eso hago y seguiré haciendo.
Necesitamos a muchas personas que hagan lo mismo, para que el deseo se
convierta en la continuidad de la vida.
Quiero apasionadamente al ser humano.
Estoy dispuesto a dar la vida por él, pero no a quitármela, ni que otro se la
quiete o me la quite.
Quien de verdad ama, no puede ni debe
desear la muerte inducida.
Amar es compartir las alegrías y las
penas en la vida y estando vivo. Sean las que sean.
La muerte debe ser la recompensa final a
toda una vida. Y no el acabar con la infelicidad y con la libertad,
El muerto ya no tiene vida, ni felicidad
terrenal ni libertad.
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