sábado, 17 de septiembre de 2022

“LA ENVIDIA Y EL ODIO. TEMA INAGOTABLE. DESGRACIADAMENTE”.

 

“LA ENVIDIA Y EL ODIO. TEMA INAGOTABLE. DESGRACIADAMENTE”. 

La envidia es un tema inagotable por las enormes repercusiones que tiene tanto a nivel personal como a nivel familiar, social, de trabajo, deportivo, empresarial, lúdico, político... La lista es interminable.

"¡La envidia es una muy mala consejera, y una muy mala compañera de viaje!"

"¡Quien envidia, por ser envidioso, no merece lo que envidia!"

La envidia puede ser eterna si el envidioso no cambia, y no se arrepiente ni manifiesta su arrepentimiento, que es como podría destruir y reparar el daño que ha causado.

Envidiar ciega. Envidiar amarga. Envidiar destruye. Envidiar daña.

El envidioso o se une a otros envidiosos, o trata de que sean y sientan envidia para sentir ese morbo del odio compartido, que es más sentido.

El compartir eleva y agranda lo que se comparte, tanto sea el bien como el mal. Tanto sea la felicidad como la infelicidad, la libertad como la esclavitud.

¿Habrá manera más desagradable de vivir y compartir que ser envidioso, que odiar, que renegar...?

"¡Amar a Padre Dios y al prójimo como a nosotros mismos es el gran antídoto, porque ese gran fin de la vida, el amor, elimina la envidia!"

"¡Arrepentirse, y dejar de ser envidioso, es de tal magnitud, que es camino de santidad, y de magna y necesaria gratitud!"

¡Por favor! No envidie, no odie, sea normal, y tendrá la necesaria recompensa de la felicidad y de la sagrada libertad.

"¡Amar y ser amado es la antítesis de la envidia y de envidiar!"

Amar no tiene comparación en la dicha que nos da, y nos hace aborrecer de ese horror de odiar, de envidiar sin remisión, y sin perdón.

"¡No ser envidioso es consecuencia de la educación recibida, y del ejemplo recibido, aprendido y aceptado!" Por los valores recibidos y aceptados se camina por el sendero verdadero y duradero.

La envidia y el odio son el camino de la amargura, de la desazón continua, del recomerse día y noche, del deseo vehemente de lo deseado y no alcanzado, y que sin embargo vemos en posesión del envidiado.

¿Cómo ayudar al envidioso, al que odia? Rezando.

Rezando mucho, con humildad, con elevación de miras, con honesta compasión, deseando el bien y amando a todos.

La persona educada y buena, no siente odio ni envidia. Si alguna vez siente una inclinación a la envidia sabe cómo rectificar y no ceder. Se compadece del envidioso y del que odia. Trata de facilitar que cambie de actitud. “¡¡¡Porque amar y ser amado es lo opuesto a la envidia y al odio!!!”


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