martes, 29 de diciembre de 2020

“¡LA LEJANÍA DEL PUEBLO Y DE SUS AUTORIDADES!”

 


“¡LA LEJANÍA DEL PUEBLO Y DE SUS AUTORIDADES!”

Toda lejanía implica separación y desconexión.

La separación origina desilusión.

La desconexión origina desconocimiento.

La desilusión y el desconocimiento son causa y origen de la toma decisiones no ponderadas.

La lejanía entre el pueblo y las autoridades degenera en una dictadura porque, en esa situación, es fácil actuar sin conocer la realidad, o no queriendo saberla, y, en el mejor de los casos, por criterios subjetivos que pueden ser contraproducentes con la realidad y las necesidades del momento.

En un estado democrático, quien tiene autoridad la ha recibido de su legítimo propietario, el pueblo, quien la delega, con el encargo de administrarla justamente, a quien ha sido elegido en elecciones libres y democráticas.

“¡La libertad es el cimiento de la felicidad, de la responsabilidad, y del progreso de los pueblos!”

La lejanía entre el pueblo y sus autoridades da origen a decisiones erróneas, porque se hacen con criterios propios, que pueden estar equivocados, por muy buena voluntad que haya.

“¡Nadie sabe y conoce mejor sus problemas que quién los vive!”

Los adivinos para las ferias.

Puedo aportar mi experiencia, vivencias y hechos, de cuando fui concejal.

Nunca tomé una decisión que no fuese por indicación de los afectados, o que no tuviera en cuenta su opinión. Y los resultados fueron espectaculares.

Cuando el Ayuntamiento no podía pagar la totalidad de la obra a realizar, los vecinos colaboraban con su dinero, personalmente.

Había una simbiosis real y verdadera entre la autoridad y el pueblo, entre el pueblo y la autoridad. Tanto monta, monta tanto.

Los políticos de mi tiempo servíamos a la comunidad las 24 horas del día.

Los escasos recursos municipales se multiplicaron de forma exponencial por la colaboración directa del pueblo, y de los administrados.

El alcantarillado de un barrio, llamado Hoya Andres, es el mejor de la ciudad. Los vecinos me comunicaban si había alguna obra mal hecha, y el desperfecto se corregía al momento.

Todo porque había unión, comunicación, y servicio por parte del concejal. Los concejales éramos unos servidores de la comunidad, y los vecinos se sentían satisfechos del voto de confianza que habían dado.

La honesta participación iba en las dos direcciones: pueblo-Ayuntamiento, Ayuntamiento-pueblo.

¿Sucede lo mismo ahora?

La lejanía y la desconexión del pueblo y de sus autoridades provocan una dictadura, una de las más duras.

La falta de libertad conduce a la esclavitud.

¿Quién tiene la culpa?

 

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