“¡LA LEJANÍA DEL PUEBLO Y DE SUS AUTORIDADES!”
Toda lejanía
implica separación y desconexión.
La separación
origina desilusión.
La desconexión
origina desconocimiento.
La desilusión y
el desconocimiento son causa y origen de la toma decisiones no ponderadas.
La lejanía entre
el pueblo y las autoridades degenera en una dictadura porque, en esa situación,
es fácil actuar sin conocer la realidad, o no queriendo saberla, y, en el mejor
de los casos, por criterios subjetivos que pueden ser contraproducentes con la
realidad y las necesidades del momento.
En un estado
democrático, quien tiene autoridad la ha recibido de su legítimo propietario,
el pueblo, quien la delega, con el encargo de administrarla justamente, a quien
ha sido elegido en elecciones libres y democráticas.
“¡La libertad es
el cimiento de la felicidad, de la responsabilidad, y del progreso de los
pueblos!”
La lejanía entre
el pueblo y sus autoridades da origen a decisiones erróneas, porque se hacen
con criterios propios, que pueden estar equivocados, por muy buena voluntad que
haya.
“¡Nadie sabe y
conoce mejor sus problemas que quién los vive!”
Los adivinos
para las ferias.
Puedo aportar mi
experiencia, vivencias y hechos, de cuando fui concejal.
Nunca tomé una
decisión que no fuese por indicación de los afectados, o que no tuviera en
cuenta su opinión. Y los resultados fueron espectaculares.
Cuando el
Ayuntamiento no podía pagar la totalidad de la obra a realizar, los vecinos
colaboraban con su dinero, personalmente.
Había una
simbiosis real y verdadera entre la autoridad y el pueblo, entre el pueblo y la
autoridad. Tanto monta, monta tanto.
Los políticos de
mi tiempo servíamos a la comunidad las 24 horas del día.
Los escasos
recursos municipales se multiplicaron de forma exponencial por la colaboración
directa del pueblo, y de los administrados.
El
alcantarillado de un barrio, llamado Hoya Andres, es el mejor de la ciudad. Los
vecinos me comunicaban si había alguna obra mal hecha, y el desperfecto se
corregía al momento.
Todo porque
había unión, comunicación, y servicio por parte del concejal. Los concejales
éramos unos servidores de la comunidad, y los vecinos se sentían satisfechos
del voto de confianza que habían dado.
La honesta
participación iba en las dos direcciones: pueblo-Ayuntamiento,
Ayuntamiento-pueblo.
¿Sucede lo mismo
ahora?
La lejanía y la
desconexión del pueblo y de sus autoridades provocan una dictadura, una de las
más duras.
La falta de
libertad conduce a la esclavitud.
¿Quién tiene la
culpa?
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