sábado, 5 de diciembre de 2020

“¡LA RESPONSABILIDAD!” “¡LAS RESPONSABILIDADES!”

 


“¡LA RESPONSABILIDAD!” “¡LAS RESPONSABILIDADES!” 

La responsabilidad personal, social, nacional y mundial de todo ser humano es cumplir con sus deberes morales, éticos o religiosos, en cada segundo de la vida.

Nadie está exento de cumplir lo que su conciencia formada le dicte.

El presupuesto es claro: hay que tener conciencia, lo cual no se improvisa.

“¡La conciencia es la consecuencia de los valores recibidos y aceptados!”

La conciencia nunca duerme.

“¡La conciencia responsabiliza y ordena el comportamiento!”

Las responsabilidades están de acuerdo a los deberes y derechos, y a su cumplimiento y exigencia

“¡A mayor responsabilidad mayor autoridad!”

“¡Sin responsabilidad no hay felicidad ni libertad!”

La gran responsabilidad de todo ser humano es servir y amar a los demás, -y los creyentes a Dios- para repartir y compartir la felicidad y la libertad.

“¡Sin amor y sin servicio a los demás no hay felicidad ni libertad!”

Estamos viviendo momentos de gran irresponsabilidad: el coronavirus se transmite solo de persona a persona, no por el aire.

Las personas somos los únicos responsables de la transmisión de la enfermedad. Nadie más.

Sin olvidar que a mayor autoridad, mayor responsabilidad.

“¡La responsabilidad personal de no contaminar es una obligación moral y material!”

Tener autoridad conlleva responsabilidad.

La responsabilidad de la autoridad no admite errores y pecados, porque las consecuencias se proyectan sobre los demás.

Todo representante político con autoridad no la tiene sin su deseo y voluntad: la autoridad le ha sido dada y él la ha aceptado, reforzando su decisión con una promesa o un juramento.

Faltar a esa promesa o juramento es perjurio: un mal personal, pero que tiene también una dimensión social.

A nivel personal debemos preguntarnos si hacemos todo lo que debemos y podemos para no contaminar de forma física y moral, así como tratar de ayudar a los demás. Si así lo hacemos, Dios y la sociedad nos lo premiarán.

Si, por el contrario, hago lo que me da la gana, o me despreocupo, o, lo que es peor, me refugio en el pasotismo personal y social -que son los grandes males de la sociedad- seré reo de maldad.

Las imposiciones gubernamentales no pueden sustituir a las obligaciones personales y sociales. Ahora bien, tampoco estamos obligados a apoyar a las autoridades que reparten el mal.

¿Quién tiene autoridad para quitar o reducir la libertad?

Quien quita o disminuye la libertad es un dictador.

De igual modo, nadie puede sustituir sus obligaciones, responsabilidades, deberes y derechos, personales y sociales.

Entre nuestras obligaciones y responsabilidades sociales se encuentran las de no contaminar ni dañar a los demás.

Somos las personas las que contaminamos y podemos dañar a los demás. No hay otros culpables. La responsabilidad es personal y social.

Las autoridades legítimamente instituidas son las responsables de controlar la pandemia, de dirigir y controlar la economía, y el bien nacional.

La responsabilidad y las responsabilidades son inherentes al puesto que ocupemos en la familia y en la sociedad.

“¡Cada cual cargue con su responsabilidad, y responsabilidades, cumpliendo con sus deberes y derechos cada segundo de la vida!”


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