“A LOS RESPONSABLES DE LA EUTANASIA”
Recuerdo que un
gran amigo y compañero de estudios estaba hospitalizado. Semiinconsciente, no
podía hablar y permanecía inmovilizado, con los ojos cerrados. Le cogí la
mano, se la apreté, y me devolvió el apretón. Se había dado cuenta de que yo
estaba a su lado. Murió unos días después, pero murió rodeado de sus seres
queridos. No lo mataron.
¿Qué sentirán,
y cómo se sentirán, las personas que no pueden comunicarse, y oyen que los van
a matar?
Compadezco a
quienes han aprobado la eutanasia.
De los 194
países del mundo, sólo 5 han legalizada la eutanasia. Dios los coja, y nos
coja, confesados, porque todos, sin excepción vamos a morir: a unos los matarán
y otros morirán en paz rodeados de sus seres queridos.
Hay personas
que quieren que les maten. Allá ellos y sus verdugos.
Creo ciegamente
en la libertad. Después de Dios, lo más importante para mi es la libertad.
He luchado, y
sigo luchando, para los seres humanos gocen de la felicidad y de la libertad en
plenitud.
Por eso estoy
en contra de la eutanasia, con el añadido de mis creencias en un Padre Dios de
infinita bondad, misericordia y perdón, el Ser Creador y Dueño de la vida.
¡Qué pena no
saber que sienten, en ese momento, aquellas/os a quien les aplican la
eutanasia! ¿Sentirá, en ese momento, la liberación? ¿Quién lo confirma?
Los que estamos
vivos, ¿no tenemos momentos de angustia en algún momento de nuestra existencia?
¿Nos han matado? ¿O hemos superado el bache?
Hay quien dice
que la eutanasia no es matar. ¿Qué es entonces?
Matar es quitar
la vida, a quién está vivo. ¿La eutanasia no mata?
No quisiera
estar en el puesto de los que han aprobado la eutanasia, porque ellas y ellos
también morirán. ¿Qué sentirán si les aplican la eutanasia? Dios los coja
confesados, porque me supongo la angustia, que en esos momentos, tendrán los
ajusticiados.
Hemos abolido,
y con razón y justicia, la pena de muerte. Paradójicamente, han aprobado la
muerte de inocentes.
¡Qué pena que
no podamos saber lo que sentirán, en ese momento, los que no quieran morir, y
sean ajusticien por la eutanasia!
“¡Qué
responsabilidad sobre un hecho que no tiene vuelta atrás!”
“¡Matar a
inocentes legalmente!”
Se ha
restablecido, y de forma legal, la pena de muerte.
Dios los coja
confesados a los que lo han aprobado y a los que mueran por ser ajusticiados.
“¡Qué espantosa
realidad!”
A mis 90 años,
siento la presencia de la muerte. La espero con serenidad. No quiero la
eutanasia.
No quiero que
me maten legalmente. Quiero morir como Dios quiera que muera, con angustia, o
sin ella.
Si es con
sufrimientos, se los ofrezco ya a Padre Dios, para que me permita entrar en su
reino.
A los
responsables de la eutanasia, a los que la han aprobado y a los que la
practicarán: Dios los coja confesados.
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