¿QUÉ RECUERDOS TENGO Y QUÉ ES PARA MI LA SEMANA SANTA?
Los recuerdos son
gratísimos, yo diría que imborrables.
Nací y me criaron en una familia cristiana, y muy estricta.
Me educaron de forma espartana, y no sólo no tengo ningún trauma, sino todo lo
contrario, le doy, constantemente, las gracias a Padre Dios por haberme dado
una familia en la que los valores humanos como la austeridad y una estricta
exigencia nos enseñaron a despegarnos del bienestar y de los bienes materiales.
Pero en especial me educaron en los valores religiosos, que estaban por
encima de cualquier otra consideración y valoración.
Tuve, afortunadamente, una niñez y juventud muy felices, aunque me quedé
huérfano de padre a los 10 años.
Mis abuelos, mis tíos, toda mi familia se volcaron en mi hermana y en mí como
huérfanos.
Los valores familiares seguían en importancia a los valores religiosos, pero
eran un pilar sobre el que apoyaban muchas cosas importantes para asimilar, el
respeto a Dios y a su culto, que son el fundamento de las manifestaciones
externas de piedad. Que yo creo que influyen mucho en cómo se vive y se ve
después la Semana Santa. Por eso todo este preámbulo ha tenido su razón de ser,
porque creo que según le han criado y educado a cada uno, así, supongo, que se
vive y se ve la Semana Santa.
Y dentro de una
de esas maravillosas vivencias y recuerdos de mi juventud está la Semana Santa.
Era una semana de vacaciones; se solía estrenar traje; las procesiones y
visitas a los Monumentos eran un complemento directo y eran los tiempos que más
dedicábamos a estar en la calle.
En las procesiones nos veíamos con las amigas, amigos y compañeros; eso daba la
posibilidad de que igual cuando terminaban, nos quedábamos conversando con unos
y otros.
No sólo eran las procesiones, objeto de veneración sino también de sano
entretenimiento.
Veíamos y comparábamos las Semanas Santas anteriores con aquella que estábamos
viviendo, y hacíamos comentarios. Era, realmente impresionante, el prurito e
ilusión por mejorar cada año los tronos y los elementos y componentes que
acompañaban a los pasos.
La Semana Santa era una época deseada y anhelada así como muy aprovechada. Lo
normal era vivirla en la ciudad: no necesitar salir de viaje.
Reitero, con cierta añoranza, - aunque no soy de los que creo que “los
tiempos pasados fueron mejores”-, sí tengo que decir con cierta añoranza el
buen recuerdo que tengo de las Semanas Santas anteriores; aunque hay que decir
que cada año aumenta la participación, en general, y las distintas iniciativas
de Cofradías y organizaciones religiosas enaltecen la maravilla de la Semana
Santa católica canaria.
¿Qué es para mí la Semana Santa?
Algo tan importante como conmemorar LA PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN GLORIOSA DE NUESTRO SEÑOR Y HERMANO JESUCRISTO DIOS.
“¡
Conmemoramos, nada menos, que la RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, que es el
fundamento de nuestra fe y en donde se apoya nuestra futura resurrección!”
“¡Vana y sin valor sería nuestra religión, como decía San Pablo: “si no hubiese
RESUCITADO JESUCRISTO vana sería nuestra fe!”
Es la Semana Cumbre del año, y el máximo acontecimiento, porque Cristo vive y
es la gran luz, que nos ilumina para que le imitemos en su amor a Padre Dios y
nos alumbre el camino para llegar al cielo. Por ello, hoy tenemos que
felicitarnos por la RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, como felicitar a la Virgen del
Pino, nuestra Patrona, por la resurrección de SU HIJO; yo lo hago con todo el
entrañable y apasionado cariño que le tengo a este Distrito de Tamaraceite (de
la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, España) en particular y a la fe que
profeso.
"¡Qué difícil me sería vivir fuera de Tamaraceite!"
"¡Que la SEMANA SANTA le sea una SANTA SEMANA!"
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