viernes, 4 de noviembre de 2022

“¡¡¡LA OBEDIENCIA!!!”

 

“¡¡¡LA OBEDIENCIA!!!”

Dice San Agustín de Jesús-Niño: “Cristo Dios, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos”.

La obediencia a los padres es una virtud que enriquece a los hijos, y a los padres.

“¡La obediencia debe ser sencilla, con prontitud y con naturalidad!”

Respecto a la obediencia, el Concilio Vaticano II dijo: “lejos de menoscabar la dignidad humana, la lleva, por la más amplia libertad de los hijos de Dios, a la madurez”.

El obedecer con humildad no sólo nos hace felices, sino grandes. “¡Y si encima obedecemos con prontitud y naturalidad, la obediencia nos eleva al camino de la santidad!”

“¡Ser dóciles a la obediencia es una manifestación de educación, ciencia y experiencia!”

La sagrada obediencia, con la renuncia a nuestro yo, nos puede llevar a la cruz, que redime y convierte en virtud la obediencia.

Obedecer por amor es el sentido que tiene la obediencia en el creyente; en especial al Primer Mandamiento: amar a Padre Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Obedecer por amor nos libera de las taras diarias, enaltece los actos y nos mejora con perfección.

Obedecer a la honesta autoridad es señal de educación en valores, de respeto, y de acatamiento a la autoridad.

Obedecer a la honesta autoridad es signo de un pueblo participativo, honesto, de educación en valores, de respeto y acatamiento a la verdad.

La honesta obediencia no es sumisión, sino sujeción y entrega.

La honesta obediencia no es falta de libertad ni de madurez, todo lo contario, es signo evidente de cultura, valores y de caminar hacia la plena felicidad y la plena libertad.

El individualismo, el pasotismo y todo lo que sea egoísmo, que tantas veces conduce a un comportamiento desobediente, amenaza la libertad y la felicidad.

“¡La educación y la honestidad, que fortalecen la personalidad, hacen que obedezcamos con humildad!”

La honesta obediencia debe ser entrega y sacrificio, garante de la paz, y lleva a un comportamiento que engrandece el alma y el espíritu.

“¡Con la obediencia, a través del servicio a Padre Dios y a los hombres, y del respeto al ser humano para el no creyente, se llega a la verdadera felicidad y libertad!”

La honesta obediencia al honesto orden, si es vivida con prontitud, alegría y con verdad, engrandece y embellece la convivencia humana.

La honesta obediencia nos debe hacer felices y libres; sentirnos con amor y plenitud interior.

“¡La honesta obediencia es feliz vivencia!”

 


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