“¡SEAMOS AVAROS DEL TIEMPO DESDE LA OBLIGACIÓN RELIGIOSA!”
Las circunstancias y acontecimientos de la vida son parte del plan divino. Y hay veces que no sabemos interpretarlo.
Es humano no acertar y poner los intereses lejos de lo que
realmente nos debe importar.
Por eso tenemos que rezar constantemente pidiendo la ayuda
divina y la de Nuestra querida Madre la Virgen del Pino, para ser “avaros del tiempo”.
La fidelidad y honestidad a los deberes que nos corresponden
dependen de la suerte y circunstancias que ocurran en la vida.
Pero sean las circunstancias que sean debemos ser avaros del
tiempo, para aprovecharlo y para hacer las cosas con la intensidad que pone el amor,
tanto en el obrar, en el sufrir como en esperar.
La avaricia del tiempo es clara: porque el único tiempo que tenemos es el presente. El pasado ya no vuelve y le futuro no ha llegado.
Perder el tiempo es imperdonable.
No tenemos otro tiempo que el presente, que es el que
debemos santificar.
Hoy y ahora es el momento que tenemos para ofrecérselo con
amor y pasión a Padre Dios, a los hombres y a todo nuestro hábitat natural. No esperemos
por nuevas o mejores oportunidades, la mejor es la de este momento. Hoy y
ahora.
San Pablo exhortaba a los primeros cristianos diciéndoles
"aprovechen el tiempo presente". Hay que aprovechar el tiempo y
trabajar para realizar nuestra vida y sacar la familia adelante y contribuir a
la sociedad.
Ese trabajo debe estar retribuido justamente. Pero hay que
ir más allá. Para ello necesitamos someternos a un orden y aportar con nuestra
honesta participación en la búsqueda del bien de los demás, con entrega, sin pedir
nada más a cambio.
No seamos perezosos en hacer lo fácil o cómodo por no
cumplir con nuestras obligaciones. No podemos ser amigos de comienzos y no de terminar
lo que comenzamos.
El hodie et nunc, el hoy a hora, debe ser el acatamiento de
nuestras ineludibles obligaciones del momento, haciéndolas con el mayor amor apasionado.
Seamos avaros del tiempo para gozar y tener la inenarrable dicha de tenerte,
Padre Dios, y aspirar al cielo prometido. No teniendo preocupaciones y angustias inútiles por lo que hicimos ayer o lo que pueda
suceder mañana, viviendo con serenidad e intensidad cada día.
"¡No se agobien por el mañana, porque el mañana traerá
su propio agobio; a cada día le basta su afán!".
Tratemos de vivir con fe, esperanza y caridad cada momento de
la vida, siendo avaros del tiempo, que es el momento que tenemos.
Ahora es el tiempo de hacer.
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