“¡¡¡HACER LO QUE DEBEMOS HACER!!!”

 

“¡¡¡HACER LO QUE DEBEMOS HACER!!!” 

“¡¡¡Hacer lo que debemos hacer es lo que tenemos que hacer!!!”

La conciencia es la madre de la ciencia, y de hacer lo que debemos hacer.¿Qué es la conciencia? Es el conocimiento que tenemos del bien y del mal, lo que nos permite enjuiciar y decidir lo que vamos hacer.

Cuando tengamos dudas de qué hacer, la resolvemos pensando, con honestidad: ¿QUÉ DEBO HACER? Y haremos lo que debemos hacer.

Un mundo acomodaticio, en el que impera lo que me conviene hacer, nos arrastra al mal hasta convertirnos en esclavos.
El mal es una realidad. Unos le llamamos “demonio”; “otros mis circunstancias”; “es lo que me conviene”; “es lo que tenemos”;” es lo que aumente mi placer y poder”…

Nunca hay razón para hacer el mal. Jamás ha existido, y jamás existirá una razón para hacer el mal.

Nadie se puede disculpar de hacer el mal a sabiendas.
Hay casos en los que uno puede hacer el mal contra su voluntad. Pero son extraordinarios.

Los valores morales, éticos y religiosos -que deben ser heredados y aprendidos de nuestros padres- son un cimiento para edificar el edificio de la vida y poder hacer lo que debemos hacer.
Con esos valores, y con la conciencia recta, nunca tendrá dudas de hacer lo que debe hacer.

La vida es la única oportunidad que tenemos de hacer el bien. Perder la oportunidad de hacer el bien es perder lo que ya nunca volverá, ni regresará jamás: el tiempo.

No existe disculpas ni paliativos para hacer el mal a conciencia.
No es lo mismo hacer el mal, que cometer un error y producir daño sin querer.

“¡¡¡Quién cimenta su vida, y la desarrolla, en esa idea, clara y concisa, de “hacer lo que debemos hacer” jamás se equivocará!!!”

Y llegará al final con los valores necesarios para disfrutar de una eternidad feliz, por mostrar el inventario de haber hecho lo que debía haber hecho, y lo hizo.

Sea creyente o no.