“LOS PARADOS Y LOS JUBILADOS”
Como preámbulo, rogarle a los
que tienen trabajo solidaridad. Buscar los medios y las formas de compartir, ya
sea reducción de horas y sueldo o cualquier otra forma de cooperación para
contribuir a paliar el gravísimo
problema del paro.
Dicho esto, añado: Los
colectivos que pueden cambiar el signo negativo de la crisis económica son los
parados que pueden y están cobrando y los jubilados.
Los jubilados y los parados
que pueden y cobran tienen un potencial de riqueza incalculable. Sus
conocimientos y su tiempo son las materias primas capaces de cambiar,
radicalmente, el panorama económico, social y político del país.
El poder de esa unión con el
trabajo sería inconmensurable. Y el bien inimaginable.
De realizarse esta posible
idea, que estamos exponiendo, tendríamos que dar gracias a la crisis, porque
nos convertiríamos en el paradigma de la bondad y del bien.
El regocijo personal sería de
tal calibre, que flotaríamos sobre el mal.
Sólo se necesitaría una hora
semanal, como mínimo, y buena voluntad. Habrá, seguro, quien le dedique horas.
Bendito sea.
¿Cuántos millones de horas
diarias trabajarían por los demás y sin pedir nada a cambio? ¿Habría mayor
ejemplo de solidaridad y amor al prójimo? Y unos resultados económicos
aplastantes.
Trabajar por el bien de los
demás y sin pedir nada a cambio, es de un poder regenerador tan grande, que no
creo exista problema económico que se le resista.
No sólo resolveríamos, con
creces, nuestros problemas económicos, seríamos un ejemplo de la grandeza del
ser humano, y de un país.
Conseguiríamos la plena felicidad.
Sería el bien que anula el
mal con la buena voluntad. Algo que se tiene y no se compra, pero de un valor
incalculable.
La riqueza que generaría
sería tan grande que habría que repartirla entre todos, parados, jubilados,
etc. Daría para todos, y con creces.
Para ello apliquemos el
principio agustiniano: «En los asuntos necesarios unidad, en los opinable
libertad, en todos caridad».
Estoy, -como siempre-, a la
entera disposición para reunirme y aportar mi trabajo con aquellas personas que
quieran cooperar al camino de la felicidad. Pocos, no necesitamos muchos, para
comenzar.
La participación en
instituciones, ONG o
los grupos que sean y que propongo, en los que usted, parado o jubilado, puede,
y creo que debe, colaborar es la solución.
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