“NO HAGAS LO QUE NO QUIERAS QUE TE HAGAN”
¡Qué fácil es criticar, en especial
injustamente! ¡Es peor cuando se sabe, o se prevé, que nadie vaya a contestar!
La cobardía es un defecto que se puede heredar o se puede
"aprender", y como todo defecto del carácter puede desarrollarse a lo
largo de la vida.
La educación dada por los padres es vital, importantísima, y
es vitalicia, sus efectos duran toda la vida. La ausencia de educación es vital
y vitalicia.
Quien es cobarde y critica, consigue lo que persigue: hacer
daño, aunque es como un bumerán, que regresa a donde partió.
El daño a otro, por criticarlo injustamente, es injuriarlo y
difamarlo. Y si se quiere rectificar la injuria, como debe hacerse una vez
cometida, con frecuencia habrá alguien a quien no le llegue la rectificación. Y
queda el daño.
¿Por qué hay quien critica con el deseo de hacer daño? No sé
todas las causas, pero se muchos de los efectos. ¡Si hay alguien que las sepa,
por favor, no deje de comunicárnoslas!
Hay causas como el rencor, enemistad, venganza, intereses
creados… por las que se critican y se reparte el mal con saña.
Rezar. Siempre se debe rezar por los que critican. A los no
creyentes les rogaría que hagan algún pequeño sacrificio. Pero nunca no hacer
nada, no se puede ser pasota. Se hace daño.
Quien critica malévolamente es un enemigo social, pero que
hay que tratar de cambiarlo por el convencimiento y el cariño. Jamás con la
crítica perversa.
Recogemos lo que sembramos: sembramos mal, recogeremos mal;
sembramos bien recogeremos bien.
La cobardía es un mal que se puede erradicar. Sólo se
necesita valor, buena voluntad, ser grande y amar al prójimo como a uno mismo.
Los creyentes tenemos el maravilloso añadido de amar a Padre Dios, quien nos
ayuda a no criticar malévolamente, injustamente, porque todos somos sus hijos y
por tanto hermanos, todos tenemos esa dignidad.
Contribuyamos a la felicidad y a la libertad de los demás,
necesarias para que nuestra vida sea plena y llena de amor, y demos sin pedir
nada a cambio.
La dicha, la felicidad y la libertad se basan en el
desarrollo del bien, nunca del mal. Nunca hagamos lo que no queramos que nos
hagan, en especial no critiquemos malévolamente.
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