“QUERER SER SANTO”
La meta ideal, alcanzable y por
la que debemos luchar para la plena felicidad es querer ser santo.
¿Por qué? Tratar de ser santo
da un ejemplo tremendamente ejemplarizante y contagioso a los demás y es
una meta para uno mismo.
La santidad es tremendamente
beneficiosa, nos enriquece a límites inimaginables y nos conduce por el camino
de la ilusión y de la realización.
La santidad es decir, hacer, vivir y contagiar
la bondad.
Insisto en que para ser santo
no se necesita la heroicidad.
Ser santo es tratar de ser
consecuente con valores, tratar de mejorar en todo momento, y creyendo y
actuando con el bien, para el bien, y con ello ayudar a los demás.
Ser santo lo podemos ser todos,
solo se necesita creerlo, desearlo y desarrollarlo. Pero también la
santidad es un don de Dios. Nosotros debemos
hacer lo que está de nuestra parte.
Mi experiencia es que la simple
lucha por ser santo, el tratar de mejorar, el pedir esa gracia, ya mejora,
ya ayuda, y cada vez me permite ayudar más, tener mayor felicidad, y al compartirla, aumentarla
de forma exponencial, porque juntos nos complementamos y nos ayudamos más.
Usted, yo, todos, podemos y
debemos ser santos. Hay que intentarlo.
¿A qué espera? ¡Por favor! Comience ya. ¡Y luego
me dirá!
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