“LA HONESTIDAD”
La
honestidad no es patrimonio exclusivo de nadie, ni de
ninguna religión, o ideología, porque es patrimonio del bien y de la
humanidad.
Sea creyente
o no lo sea puede y debe ser honesto.
La
honestidad es una necesidad para la felicidad y la libertad.
Una de las
grandes y maravillosas vivencias humanas es vivir con honestidad.
La
honestidad es uno de los grandes valores de ser humano, de la familia,
de la sociedad, la nación y del mundo entero.
La
honestidad es la llave que abre puertas como las del trabajo,
la convivencia, la felicidad y la libertad, entre otras.
No se puede
ser libre ni feliz si no se es honesto.
Las crisis
económicas, las guerras, la miseria… suelen tener el gran componente
de la deshonestidad. Son distintas formas de corrupción.
En donde impere por mayoría, de forma notoria,
la honestidad es muy difícil que exista crisis, yo diría que es
imposible.
Si hay
crisis, seguro que algún componente de la deshonestidad
está presente, también de forma notoria.
Creo que nos
debemos preguntar -en donde me incluyo- lo siguiente: ¿intervengo,
contribuyo, de alguna manera, en la crisis? ¿En qué aspecto de la
honestidad estoy fallando?
Quien
se haga estas preguntas está en el camino correcto de vivir la honestidad,
y podrá ver y corregir los errores e ir hacia la santidad.
El valor de la honestidad es inconmensurable. No hay manera de pagarlo.
Tratemos,
en todo momento, de ser lo más honestos posibles, para estar en ese
necesario y maravilloso camino que conduce a la plena libertad y a
la plena felicidad, para llegar a la santidad.
Tenemos
que ser levadura en nuestra sociedad restableciendo el valor y la
vivencia de la honestidad.
Que
el honesto sea la admiración y ejemplo de todos. Y que todos seamos
honestos por amor a los demás.
La
ayuda es honestidad.
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