“¡EL PERDÓN!”
¿Qué es el
perdón? La posibilidad de perdonar por la grandeza de corazón, de alma y vida.
El perdón es el
amor en palabras, hechos y pensamientos.
Perdonar es de
personas grandes, magnánimas: hombres y mujeres cabales.
Para perdonar
hay que tener el corazón lleno de bondad, de misericordia, de amor y voluntad.
“¡Quien perdona
de corazón es digno de admiración!”
El perdón
enriquece a quién lo da y libera a quien lo recibe.
Quien recibe el
perdón queda obligado a no volver a cometer los mismos errores y pecados.
El perdonado
queda exceptuado del castigo merecido.
Quién ofende y
no se arrepiente, lleva sobre sí una pesada carga, de la que solo se librará
cuando se arrepienta y pida perdón.
Pedir perdón es
merecer ser perdonado, porque es reconocer la maldad del propio error y el
propio pecado
Los seres
humanos experimentamos la tendencia a ofender y a sentirnos ofendidos. Para
refrenarla hay que tener la humildad, la honestidad y el amor de reconocer
nuestras debilidades, errores y pecados, ajenos y propios, y así ser
merecedores de recibir el perdón.
¿Qué es el
perdón humano? El perdonar, sin deseos de revancha, y hacerlo de corazón y con
el alma por siempre jamás.
Nunca juzguemos
por apariencias. Las apariencias engañan: son la ocasión que aprovecha el mal
para crear una ofensa donde no hubo nada.
Perdonar con
amor, humildad y honestidad enaltece al perdonador y redime al ofensor.
El rencor eleva
el odio y apasiona al rencoroso, impidiéndole vivir con amor, humildad y
honestidad.
Si estamos
siempre dispuestos a perdonar seremos recompensados con la felicidad que
produce el olvidar el daño que nos quisieron causar.
Quién ofende de
hecho o de palabra, si no se arrepiente y pide perdón, está condenado agachar
la cabeza, por no poder mirar de frente.
Pedir perdón no
es arrastrarse, sino la valentía, el honor y la responsabilidad de reconocer el
error o el pecado cometidos, y ser merecedor del perdón.
“¡Benditos y
alabados sean los que perdonan sin rencor!” De ellos es la gloria terrenal y
luego la eterna felicidad.
Perdonar
desprende amor, cura el odio y el rencor, alivia la mente y el corazón. En una
palabra: eleva el alma poniéndola en camino de santidad.
Siempre perdonar
y nunca guardar odio y rencor a quien tuvo la desgracia de haber ofendido, para
darle la oportunidad de arrepentirse y pedir perdón.
Quién no pide
perdón es merecedor del castigo de acuerdo con la ofensa que hizo.
Quien perdona
sin odio ni rencor está tocado por la Divinidad.
Bendito y
alabado quien perdona por siempre jamás.
¿Qué es el
perdón? Perdonar sin odio ni rencor.
“¡Quién pide
perdón de corazón es digno y merecedor del perdón!”
¿Qué es el
perdón? La posibilidad de perdonar por la grandeza de corazón, de alma y vida.
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