“¡CAUSAS DEL MAL!”
No debemos
buscar las causas del mal fuera de nosotros mismos sino, sobre todo, en el
interior de nuestro corazón.
Del mismo
modo, su remedio también parte del corazón.
El gran
complemento del bien es la sinceridad y la honestidad.
Si somos
sinceros con nosotros mismos, desarrollaremos una labor enorme de apostolado
civil o religioso, mediante el que hagamos comprender la necesidad de la
participación honesta para cambiar el mundo y convertirlo en un hogar de paz y
de libertad.
Conscientes
de esa obligación, COMENCEMOS YA. Hay muchas personas que luchan por poner en
práctica la sinceridad en su vida diaria: saben que deben hacerlo
y actúan con el bien. Si nosotros nos sumamos, habremos eliminado
el mal.
Cada uno
sostenemos a otros, y otros nos sostienen.
Todos nos
necesitamos, estamos constantemente participando del bien de los demás, y del
nuestro,
Seamos
conscientes de las causas del mal y actuemos en consecuencia, liberando las
fuerzas del bien para arrollar a las del mal. El beneficio será algo
inenarrable: la plena libertad, dándonos la anhelada y necesaria felicidad.
“¡Toda alma
que se eleve, eleva al mundo!”. De la misma manera: “¡Quien se abaja, abaja al
mundo!”.
Conociendo
las causas del mal, y siendo honestos y participativos, la solución es
inmediata, y la felicidad brillará con el resplandor que da la plena libertad
con paz, que practicamos porque conocemos el mal y somos consecuentes.
El mal es la
consecuencia del comportamiento deshonesto; quien es honesto y participativo
actúa bien y difunde el bien.
Del bien
nacen la libertad y la felicidad. Razones para luchar y hacer desaparecer las
causas del mal
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