“CONVERTIR UN DIÁLOGO EN PELEA”
Convertir un diálogo en una pelea
demuestra una falta grave de valores, como, por ejemplo, la educación y el respeto
debido.
“¡La educación modera y controla
los impulsos del maligno!”
Ver y oír a determinadas personas
alrededor de una mesa -que se supone es una mesa de diálogo para la
búsqueda de soluciones- puede ser deprimente y desalentador, y puede llegar a convertirse
en algo aterrador.
Lo que debería ser un camino para
la reconciliación, al menos para la búsqueda de soluciones, se convierte, por
desgracia, en un galimatías de explicaciones inesperadas, en el que los
participantes se olvidan del motivo que les ha llevado a sentarse juntos.
La reunión se transforma en una
pelea en la que se trata de acallar al que tiene el uso de la palabra, sin
respetar y considerar al interlocutor.
“¡Reunirse para discutir y tratar
de imponer ideas y criterios es hacerse daño a sí mismo y a los demás!”
¿Cómo hacerle comprender a mi
interlocutor la realidad del momento? Eso quisiera saber yo. Si lo supiera,
podría ayudar.
Por eso escribo: necesito recibir
ayuda, información que me permita aclarar a quienes pelean y no discuten con
educación, la forma de comunicarnos como personas educadas y respetuosas, para
llegar a la solución.
Hay un refrán que dice: “¡Dos
narigudos no se pueden besar!”
Hay quien le crece la nariz a lo
largo de la conversación hasta el punto de competir con Pinocho.
“¡Dos narigudos no se pueden
besar!” Es una realidad.
Convertir un diálogo en pelea pone
en evidencia la falta de valores que dan el respeto y la consideración, por la
educación.
“¡Nadie da lo que no tiene!”
Las personas que no tienen
educación no deberían ser autorizadas a participar en debates, y menos
públicos.
“¡Las peleas son todas feas!”
¿Cómo es posible que seres humanos
-capaces de amar y sonreír- puedan dar un espectáculo tan aterrador, tan
deprimente, y tan devastador, para convertir un diálogo en una pelea sin
cuartel?
“¡La libertad es la facultad de
expresarse con respeto y consideración hacia mi interlocutor!”
Hay quien no solo interrumpe, sino
que trata de callar con sus gritos maleducados y llenos de odio y rencor. De
esta manera aniquila la conversación, un diálogo lleno de AMOR Y AMISTAD.
¿Cómo se puede educar a un
maleducado? Eso quisiera saber yo.
En algunos países y pueblos el
diálogo se ha obscurecido, y no sé dónde encontrar la luz que ilumine la
realidad, la honestidad, y el respeto a los demás.
Soy un rezón. Rezaré para que la
convivencia y los diálogos sean presididos por el AMOR Y LA AMISTAD, llenos y
pletóricos del respeto, la educación y humildad.
Convertir un diálogo en una pelea
no debería volver a suceder.
¿Qué hacer? Yo solo sé rezar.
Y ¿Usted?
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