jueves, 29 de julio de 2021

“IMPONER LA AUTORIDAD”

 

“IMPONER LA AUTORIDAD”

Imponer la autoridad no quiere decir exigir de forma radical y dictatorial el cumplimiento a la fuerza de una norma; es más bien la aplicación racional, humana y necesaria, de la autoridad, para garantizar una norma razonable.

La autoridad es un hecho trascendental en la vida familiar, social y en el trabajo. Sin la autoridad la convivencia se vuelve hasta peligrosa por el abuso que permite la libertad cuando no hay valores.

“¡La vida con la autoridad se ordena y permite una convivencia no sólo fácil sino feliz!”

"¡Se supone que la autoridad representa al pueblo y tiene un comportamiento honesto y leal, por amor a los demás y al bien común!" No se supone que el pueblo esté representado por un chafalmejas, mentiroso, ególatra...

Se necesita, de forma imperiosa, la autoridad, y a ella debemos apelar para que, de acuerdo con unas normas morales o religiosas, y a un derecho fundado en ellas, se pueda desarrollar bien la vida en sociedad, dándose, entonces, las circunstancias necesarias para la educación, para la formación y para la honesta comunicación y participación.

La falta de autoridad genera el caos de una vida sin normas, sin ordenación.

Ejemplo: sin normas un conductor podría circular por la izquierda o en dirección contraria. ¡Menudo problema y peligro!

"¡La autoridad es el medio para cumplir la norma!"

Es bueno educar a los hijos para que aprendan, desde niños, a vivir con normas morales, éticas o religiosas, y para que acaten la autoridad.

Es fácil hablar de este tema, pero es difícil vivirlo si no se ha aprendido de pequeño.

"¡Lógicamente, lo que no se conoce no se puede practicar!"

"¡Tan malo es la falta de autoridad –el caos, la  anarquía- como el  abuso de ella -el totalitarismo!"

Por supuesto, igualmente tenemos que exigirles a los que detentan la autoridad la ejerzan con honestidad y respeto a los demás, con valores.

"¡¡¡La vida es, y debe ser, una sucesión de hechos basados en valores!!!"

"¡Desde que se nace hasta que se muere, se vive una ininterrumpida sucesión de hechos que conducen a la felicidad, o a la infelicidad, a la libertad o el libertinaje,  de acuerdo al valor con que han sido hechos y vividos!"

Todos sabemos que no basta con ser bueno, tenemos que demostrarlo, y una forma de tener esa bondad es vivir con normas y con autoridad, ejerciéndola y acatándola.

Creo que la justicia humana, y seguro que también la divina, nos juzgará por la voluntad con que hemos hecho los actos. Por eso es tan maravilloso oír decir ¡Es una señora, es un señor, de buena voluntad!  

"¡Quién no desearía ser juzgado como una persona de buena voluntad!"

Que respetó, acató, y exigió a la honesta autoridad.

Gracias por la paciencia y cariño en oírme, e igualmente les agradezco sus intervenciones, porque siempre nos ayudará a todos oír la opiniones de los demás, y así nos enriquecemos.

Y queriendo acatar las normas y a la autoridad, les pido su permiso para comenzar un diálogo acerca de la autoridad y de su imposición.


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