“MIS CONSIDERACIONES SOBRE EL ABORTO”
Puedo
escribir estas palabras y las anteriores porque mi madre me trajo al mundo.
Nadie
tiene autoridad para matar. Nadie es nadie. Y menos para abortar.
La
pena de muerte se abolió para los condenados por delitos graves. La pena de
muerte sigue vigente para el concebido no nacido.
¿Qué
defensa tiene la criatura abortada? ¿Usted acepta que se le condene
a muerte y que no tenga la menor defensa? Imagine que le condenen a muerte por
algo que usted no ha hecho, porque lo decide una persona, y a usted no le
conceden el derecho a defenderse. ¿Estaría de acuerdo? Supongo que no,
porque está vivo.
Es
lo que deben sentir aquellos a quienes se mata sin consultar.
El
aborto es el crimen alevoso. Y hay quien lo defiende y propone como valor que
hay que defender y por el que luchar.
¡Claro!
Lo puede hacer porque su madre no le abortó.
Los
que defienden el aborto, ¿se han preguntado por qué ellos están vivos y
otros muertos, porque fueron víctimas de un aborto y no pudieron defenderse?
La
vida es algo sagrado porque nadie, nadie, tiene autoridad para quitarla. Menos
aún con cobardía y sin defensa del afectado.
“¡¡¡Benditas
y alabadas sean las madres que nos engendraron, no nos mataron porque no nos
abortaron y nos criaron!!!”
Nos
aguantaron con amor maternal hasta sus muertes, porque eran madres, auténticas
madres.
Amo
apasionadamente al ser humano, y en especial a mis padres por haberme dado la
vida.
Quien
aborta con premeditación y alevosía no es madre, actúa contra natura, o tiene
un grado supino de ignorancia. No hay eximentes ni atenuantes.
Quien
vive es porque no lo abortaron: ¿por qué entonces propone y acepta que se maten
a otros indefensos, que se les aborte sin remedio y sin defensa?
Mis
consideraciones sobre el aborto son: que nadie tiene autoridad para matar; que
el aborto es un crimen; que vivimos porque nuestras madres no nos abortaron; y
que el respeto a la vida es incondicional, y es de agradecer eternamente.
El
aborto es un crimen con premeditación y alevosía, salvo en el caso
de ignorancia supina.
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