"¿PARA QUÉ HEMOS NACIDO?"
¿Para qué hemos nacido? Para amar.
También para vivir, para servir, para ayudar, para ser
felices y libres, para gozar y para morir.
“¡La vida no tiene valor ni sentido si no
la llenamos de contenido, en especial de amor!”
Llenar la vida de contenido es hacer y seguir
haciendo. No parar de hacer para crear y desarrollar el bien, compartirlo y
repartirlo para hacer que seamos y sean felices, y libres, porque repartimos
amor con prodigalidad y honesta unión y participación hasta la saciedad.
¿Para qué hemos nacido? Para soñar, vivir y para
disfrutar.
Para soñar con un mundo mejor y para disfrutar del
amor y de la amistad.
Para vivir en compartir que es la gran forma y manera
de vivir la felicidad y la libertad.
Para disfrutar porque el disfrute es parte esencial de
la vida normal.
¿Para qué y por qué hemos nacido?
“¡Hemos nacido para vivir y repartir lo
bueno que tenemos, recibir lo bueno que tienen los demás, para juntos tener el
mundo que debemos!”
El mal se extiende de acuerdo a mi despreocupación o
acción.
El mal no se desarrolla por sí solo ni se extiende por
sí mismo. Somos nosotros los que lo creamos y los que lo desparramamos y
extendemos pudiendo llegar a inundar el mundo, como lo estamos viendo con las
guerras, la miseria, las muertes, y de muchos de inocentes, sin dejar la
contaminación.
Tenemos que demostrar, y mostrar, nuestro desacuerdo y
condena. Lo que no es admisible es que el mal se extienda y no hagamos nada.
Todos tenemos una parte alícuota de culpabilidad en
que el mal se siga extendiendo, dañando y matando.
El gran medio de combatir el mal es la santidad.
Todos hemos nacido, crecido y vivimos para el bien, y
con ese bien desarrollar la honesta participación, y la unión, que nos lleva a
la santidad.
La santidad es el medio, el modo y la forma de vivir
el bien con intensidad, como repartir el bien y gozar la dicha de ver que
nuestro comportamiento ayuda a los demás, y que vamos incrementando el bien
camino de la plena santidad.
Todos estamos llamados a ser santos.
Ser santo no es una utopía inalcanzable, todo lo
contrario: es la vivencia del bien con intensidad y repartido con amor,
humildad y sinceridad, si está apoyado por Padre Dios.
Benditos sean los santos, de ellos surge y se
desarrolla el bien inundando y anegando el mal, y desarrollando la felicidad y
la libertad.
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¿Para qué hemos nacido? Para ser santos.
¿A qué espera? Yo ya lo vengo intentando.
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