“¡¡¡A LA JUVENTUD!!!”

 

“¡¡¡A LA JUVENTUD!!!”

Conviene distinguir entre jóvenes y juventud.

Jóvenes son las personas que tienen poca edad. Juventud tiene varias acepciones, aunque yo no lo vinculo al paso del tiempo: lo entiendo como un estado físico, mental y vivencial.

Hay personas que tienen muchos años, no son jóvenes, pero tienen juventud.

De esa juventud, con experiencia y dedicación, estamos hoy muy necesitados.

La juventud tiene que sustituir a la falta de educación, de quienes no la han recibido de los padres.

La honesta y participativa juventud es el germen y el cultivo del progreso material y espiritual de la humanidad.

Sin juventud no hay progreso, de ningún tipo, sea material como espiritual.

Se puede vivir muchos años y seguir teniendo juventud.

La juventud depende del espíritu y de los valores.

¿Cuánto vale y puede ayudar un viejo con juventud? Mucho, ciertamente. Los mayores tenemos la obligación de compartir nuestra experiencia -que es la madre de la ciencia- de forma desinteresada, sin pedir nada a cambio.

Los mayores tenemos la insustituible e ineludible obligación -se tenga o no juventud, aunque con juventud es más rentable- de vivir el primer Mandamiento: amar a Padre Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos.

Este primer Mandamiento es origen y fin de la vida humana, se sea joven, mediano o viejo, se tenga juventud o no se tenga, solo se necesita estar vivo.

Si se viviera el primer Mandamiento, no existirían crisis, de ninguna clase. Viviríamos la plena felicidad y la plena libertad.

Si esto es así, ¿por qué vivimos una profunda crisis material y espiritual? Porque no hay una mayoría, al menos simple, de ciudadanos consecuentes, honestos y participativos.

Si Usted es una persona mayor, ¿está de acuerdo con lo que he planteado y su remedio?

Si es así, ¿por qué aún no hay esa mayoría honesta y participativa? ¡Y si tiene juventud, mejor aún!