jueves, 22 de diciembre de 2022

“¡QUERER Y NO SER QUERIDO!”

 

“¡QUERER Y NO SER QUERIDO!

Querer y no ser querido llena el alma de vacíos, que sólo lo pueden llenar el amor a la Santísima Trinidad, a la Virgen Santísima y a todos los ángeles y santos de la corte celestial.

Para amar no hay edades. Creía que con los años disminuiría el deseo y el amor.

Razón tenía un sacerdote que decía que el amor y la sexualidad se acaban horas después de muerto, el momento de la realidad.

Querer y no ser querido, es una triste realidad, pero no deja de ser una vivencia y una experiencia.

A todo debemos de tratar de sacarle partido, buscando el amor a Padre Dios, su iluminación y su bendición.

¡Te quiero, Padre mío! ¡Dame la esperanza, luz y ciencia de corresponder a tus mandatos!

La debilidad humana –herencia recibida por el pecado original– no deja de ser inoportuna y majadera.

¿Con lo maravilloso que es amar y ser amado? Quienes lo son, no pierdan el tiempo en tontas disquisiciones o discusiones. Ámense apasionadamente. Vivan cada momento como si fuera el único. No desaprovechen la vida, que es única e irrepetible, y ese amor es vida, ilusión, pasión, y esperanza.

El mundo aún no se acaba. Esa es una gran realidad. Todo son experiencias y vivencias que deben conducir a un fin tan real como la vida: ayudar a unirse más a la Divina Trinidad.

Padre Dios, te quiero y te ruego me ilumines. Conduce mi vida por el camino recto, de tristezas y alegrías, de ilusiones y bellezas, y que todas sean un medio y fin de alcanzarte.

Sufro, y me gozo en mis debilidades. Que sean, Padre Dios, el camino sacrificado y valeroso de ir en la búsqueda eterna de Tu contemplación.

¡Padre Dios, te amo con pasión! No dejes de enseñárselo a todos, que sin ti no hay ilusión. Que la ilusión en Ti comienza y en ti acaba, por siempre jamás.

A Ti encomiendo mi vida e ilusión, que el amor terrenal y su ausencia, sean el camino de la salvación.

¡Querer y no ser querido! No debe ser la desilusión, sino el cimiento de un mayor amor a Ti, mi Señor, que eres el gran amor, y la eterna expectación.

 


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