“LA MALA ELOCUENCIA DE ALGUNOS SILENCIOS” “O NO CONTESTAR”
Algunas personas
tienen la mala costumbre de no contestar a las preguntas. Lo suelen hacer como
demostración de no estar de acuerdo con la pregunta, o porque quizás quieren
otorgar con el silencio, pero sin atreverse a contestar.
El no contestar es
incorrecto y de mal educado, irrespetuoso, además, deja en vacío algo que
necesita una contestación, por eso le han hecho esa pregunta.
Las preguntas -si son
honestas- necesitan respuestas. Y cuando no las hay, malo. Puede ser la mala costumbre
del preguntado, que no se atreve o no le conviene -normalmente por cobardía-
contestar.
La honestidad y
la buena educación son lo opuesto al silencio ante una pregunta de quién tiene
derecho y buena fe al hacerla.
En esas
circunstancias, nunca, quien nos pregunta, debería irse sin una honesta
respuesta.
Por supuesto nadie da
lo que no tiene. Damos lo que tenemos.
Las personas que
suelen no contestar, muchas veces, no tienen la culpa, son como los han
educado. Es la gran responsabilidad -una vez más– de los padres, en la honesta
educación de los hijos, darles valores.
Claro, quien no tiene
no puede dar. Se da lo que se tiene.
Si los padres,
también, se comportan de esa manera maleducada, eso es lo que enseñarán o verán
sus hijos. “¡Qué responsabilidad tenemos los padres!” Y no hay nada ni nadie
que nos la quite.
La mala elocuencia de
algunos silencios, es la respuesta que nunca se debe dar, por honestidad y
buena educación, y por respeto a los demás.
Tampoco vale alegar
que la contestación no era agradable. Las contestaciones son o no son
agradables de acuerdo a la forma y manera de preguntar y de contestar. Siempre
es posible contestar educadamente, y siempre se necesita y se quiere la
contestación a la pregunta que se ha hecho, incluso para decir que no vamos a
comentar.
Dios nos libre de
quienes no contestan, o peor aún, de quienes responden con un insulto.
"¡El amor y la
honestidad, no se improvisan, se aprenden desde niño y se desarrollan a lo
largo de la vida!"
El ser humano educado,
con esos valores éticos, morales o religiosos, contesta y con la rapidez que le
es posible, sintiéndose satisfecho de su honesto comportamiento. Con el añadido
de la alegría y el saber que recibe el contestado.
Hay quien, en puestos
de autoridad, no contesta a la pregunta o a las preguntas que le han hecho, y
añade, como respuesta, un insulto.
Con eso demuestra una vez más que el cargo lo hace el que lo ocupa, y no que el
cargo hace al que lo ocupa. El cargo no hace nada.
El espectáculo que dan
algunas autoridades es vergonzoso.
¿Cómo es posible, que una persona maleducada, pueda ocupar un
puesto de autoridad?
El espectáculo bochornoso, que dan algunas autoridades, es culpa
de quienes les votaron.
La responsabilidad del voto no acaba en la urna, acaba en
el final de la legislatura.
"¡El silencio
como respuesta, es una contestación deshonesta y de maleducado!"
¿Cómo
una persona maleducada puede ocupar un puesto de autoridad?
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