“¡SER EMPLEADO NO SE IMPROVISA!”
Ser
empleado no se improvisa, se aprende, se empieza y se desarrolla.
Ser empleado es una suerte y una oportunidad de
ganar el sueldo, tratar siempre de mejorar, y merecer el reconocimiento.
La profesionalidad es el signo del honesto empleado.
Ser empleado no es solo ganarse un sueldo, es cooperar al
progreso de la empresa, de todos los compañeros, y del propio empleado.
La cooperación es trabajar más allá de lo
mínimamente exigido.
La honestidad en el trabajo es la garantía de progreso y si
se le añade la preocupación y hechos porque la empresa
crezca y gane, debe ser compensado por esa honesta y preocupada responsabilidad.
Ser empleado no se improvisa, se necesita
educación, preparación, iniciativa, y, en especial, honradez.
“¡A mayor preparación, laboriosidad y honestidad debe haber
mayor remuneración!”
Ser un honesto empleado debe ser un honor para el propio
empleado y para la empresa por tener la suerte de tenerle.
Ser un buen empleado es una riqueza personal y
para la empresa.
El honesto empleado aporta su trabajo y su
iniciativa con lo que hace que su trabajo produzca más y más beneficio
para la empresa, y por ello debe ser compensado.
La honestidad es el cimiento del bienestar personal,
empresarial,
local y nacional.
Benditos y alabados sean los honestos empleados, de ellos es
el
progreso de la empresa y el cimiento del
crecimiento personal y
social, beneficio que debería ser para todos.
La continuidad de un empleado está en relación directa a su
honesta participación y a la honestidad del empresario.
La laboriosidad no se improvisa, es un comportamiento
derivado de la educación recibida y aceptada.
Los países son grandes, admirados y respetados, cuando
existen empleados y empresarios que, con su trabajo, consiguen crear
riqueza, que es una necesidad no solo para el empresario y el empleado,
que es una necesidad de toda la sociedad.
El puesto del empleado es insustituible, aún con las técnicas
y los avances actuales de la mecanización. Las máquinas y
procesos hacen el trabajo duro,
rutinario, monótono, o de gran esfuerzo, con mayor facilidad que el
hombre, y de forma muy productiva, y eso es un bien para el trabajador y la sociedad, pero siempre hará
falta operar esas máquinas, mantenerlas y repararlas. Es bueno que el hombre se
libere de algunas tareas para
ocuparse de otros trabajos más necesarios.
Solo pensar en producir, ganar dinero y prestigio a costa de
los demás, se sea empleado o empresario, es algo digno de compasión y se puede
convertir en una rémora para la sociedad.
Benditos y alabados sean los honestos empleados, ellos son el
sustento propio y de sus familias. Son necesarios para el
progreso de la empresa y de la
nación.
Ser empleado no es solo cumplir con un horario y justificar
un trabajo, es mucho más. Es contribuir al progreso, es
realizar la propia vida, es
participar en la sociedad.
La honestidad no solo es un comportamiento, deben ser actos
que beneficien a todos los que son honestos y a todo lo
que tenga que ver con esos honestos.
Los buenos y honestos empleados trabajan con ilusión y el
trabajo no es un castigo sino una bendición.
Benditos y alabados sean los honestos empleados, de ellos
nace y crece el presente y se prepara y se desarrolla el futuro
mejor.
Benditos y alabados sean los honestos empleados
porque su trabajo es un beneficio que repercute en la sociedad y en la nación,
además del bien personal, familiar y empresarial.
Los honestos empleados deben ser siempre reconocidos, recompensados
y alabados. Ellos son el cimiento del bienestar y del progreso personal, empresarial,
nacional y mundial.