“¡LOS DOMINGOS!”
El domingo es el día para descansar. Para estar en familia. Para
descargar las energías negativas acumuladas durante la semana. Pero sobre todo,
para los creyentes, es un día para rezar, porque es el día dedicado al Señor. Y,
entiendo, que para los no creyentes, puede ser un día para meditar.
Descansar no es no hacer nada. Es hacer cosas que distraigan, que
liberen las tensiones de la semana, que ayuden a saborear los hechos y las
buenas vivencias. Y rezar. Rezar mucho. Los no creyentes seguro que harán algún
sacrificio, alguna obra de servicio, que refuerce las buenas obras que hayan
hecho y harán.
El domingo es el primer día de la semana. La palabra domingo viene
del latín “dies Domini” (día del Señor). Los católicos tenemos la obligación de
asistir a la Santa Misa y de guardar descanso, como es debido y he explicado.
Por desgracia, el domingo se emplea muchas veces para afrontar los
trabajos de la próxima semana. Y no precisamente descansando. Esto genera
desilusión y añoranza, lo cual es una lástima. Se ha cambiado el sentido del
domingo.
¿Por qué y para qué se ha cambiado el sentido del domingo? Mi
opinión es que la competitividad insana ha invadido nuestras vidas.
Todo tiene una medida. ¡Se ha exagerado el sentido de la
competitividad!
Quisiera leer opiniones al respecto.
Un día tan importante, como es el domingo, debe estar lleno de
gozo. Saborearlo con la familia, los amigos y los vecinos. Convertirlo en un
día reconfortante, de ilusiones y esperanzas.
Que los domingos no sean días de mero descanso egoistoide, sino
días de compartir.
El domingo debería ser "Día del Señor" y para el Señor.
Y, en el caso de los no creyentes, día para compartir, y para recibir.
“Dies Domini”, “Dies communicationis”.“Día del Señor”. Y para
todos, “Día de comunicación”.
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