“¡LO SUPERFLUO!”
“¡Lo superfluo es todo aquello que no es
necesario, que está de sobra!”
Abandonar lo superfluo es renunciar a la
excesiva comodidad, al
desprendimiento de las cosas, y en lo divino
tener una disponibilidad completa a lo que nos pide Padre Dios. Es no
estar atado a las cosas, ni a los sentidos. Utilizar los bienes como
medios y no como un fin.
Evitar el deseo de tener
por tener, de aparentar más, de presumir por creernos que somos más…
Hemos de buscar que los
medios materiales sean bienes, usados con fines superiores, como puede
ser: atender a la familia, tener y educar a los hijos, adquirir más
cultura, ayudar al necesitado…Por supuesto, también
para la justa y necesaria distracción y el adorno, como el de nuestras casas. Y
no dejar que las cosas se conviertan en necesidad sin serlo. Esta tentación la
sufre tanto el rico como el pobre.
La pobreza evangélica, la
hecha a base de desprendimientos, de
sobriedad, de compartir con los demás, de
confianza en Padre Dios, son
hechos que contrarrestan si ha habido algo superfluo. San Pablo nos recuerda su
lucha y aprendizaje con las siguientes palabras: “he aprendido a vivir en
pobreza; he aprendido en abundancia; estoy acostumbrado a todo y en todo;
a la hartura y a la escasez; a la riqueza y a la pobreza. Todo lo puedo en
Aquel que me conforta”.
Tener y utilizar los
bienes, pero libre de ataduras. Incluso no estar inquieto por lo necesario. No dejarse
llevar por el aburguesamiento.
“¡Pobres, por el amor a Padre Dios, en la
abundancia como en la escasez!”
Hechos concretos como cuidar la ropa, los
objetos de trabajo, etc.
Cuidar para que duren, requieren mortificación.
Y esta actitud
ahuyenta lo superfluo. Nos ayudará a no ser
superfluos preguntarnos ¿Esto
realmente lo necesito?
San Agustín decía: “Lo
superfluo de los ricos, es lo necesario de los pobres”. Y añadía: “Se poseen cosas
ajenas cuando se poseen cosas superfluas”. Nos ayudará no considerar
las cosas como propias. Al no crearnos
necesidades, nos estamos privando de lo superfluo.
En resumen: no tener ni
desear cosas superfluas o innecesarias es aprender
a no crearnos necesidades ficticias, que con facilidad
podemos prescindir de ellas.
Todo lo superfluo es
gravoso e innecesario y encima termina molestando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.