viernes, 29 de octubre de 2021

“¡ACORDARSE DE LOS DEMÁS!”

 

“¡ACORDARSE DE LOS DEMÁS!”

Acordarnos de los demás está siendo una excepción en todos los órdenes de la vida personal, social, económica, religiosa, política...

Parece que los demás realmente no existen. Existe el yo, los nuestros y nadie más.

Mientras yo tengo mis necesidades cubiertas, no se me ocurre pensar y acordarme de los demás.

Incluso quienes deberían infundir ese sentimiento de hermandad se olvidan de los demás.

Nos acordamos de los demás cuando hay algún acontecimiento que nos lo recuerda, ya sea un problema personal, social, local, nacional, o mundial.

Es una maravilla la globalización, ese hecho tan importante como que al segundo de ocurrir un suceso en las antípodas nos podamos enterar en nuestra casa. ¿Pero de qué está sirviendo ese conocimiento para la hermandad de los seres humanos?

Estas inmensas y esperanzadoras posibilidades de la globalización solo las están usando, y con un efecto de terror, los poderes perversos.

La humanidad se está disolviendo en las noticias que se reciben al instante, y de las que somos meras esponjas que recibimos, acumulamos, pero no las exprimimos, no las reconocemos como algo propio, no las pensamos o utilizamos para la búsqueda de alguna solución personal y social.

Es común el comportamiento: "¡Eso no va conmigo!" “¿Qué me interesa a mí ese problema?” "¡A mí no me afecta!" Y no digamos lo que hacen los pasotas: ¡¡¡ni se enteran!!!

Los demás se están convirtiendo en los olvidados. A partir de ahí, los demás no existen. Ni se nos ocurren. Sí, hay quien reacciona ante una noticia y se hace eco de ella, y hasta la comparte con sus amigos y amistades. Pero pasado un corto tiempo ya se ha olvidado. Las próximas noticias ocuparán el lugar de la anterior.

La vorágine de la noticia.

Es asombroso el gentío que se une a una manifestación exigiendo remediar un mal. ¿Todas esas personas que asistieron a la manifestación siguen viviendo tranquilamente, y sienten lo mismo después de la manifestación? ¿En qué momento nos olvidamos de aquello por lo que gritamos y exigimos, y quizás con mucha razón?

Bueno, mi tema no es acusar. ¿Quién soy yo para acusar a nadie?

Solo trato de exponer cómo nos olvidamos de los problemas de los demás cuando los nuestros están solucionados.

"¡¡¡¡¡¡¡Amar a los demás es la virtud de los grandes donde los hay!!!!!!!"

"¡¡¡¡¡¡¡Amar es sentir los problemas de los demás como propios!!!!!!!"

Amar es el estado vivencial más feliz de la vida.

Amando se desarrollan las virtudes que sustentas nuestros valores.

¿Qué valores tenemos? ¿Cómo vivimos y actuamos de acuerdo a nuestros valores?

Sin más preguntas como las que me estoy haciendo, quisiera llegar a lo que pretendo: ¿Nos acordamos, realmente, de los demás?

Por favor: Usted me lo dirá.

Yo le puedo decir que fallo e intento ser consecuente con mis creencias y valores, y que entre ellos está el AMOR A LOS DEMÁS.

Y me hago también la pregunta:

“¿ME ACUERDO REALMENTE DE LOS DEMÁS?”


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