jueves, 28 de octubre de 2021

“¡EL MAL LO LLEVAMOS DENTRO!” o “¿CÓMO HACEMOS EL MAL?”

 

“¡EL MAL LO LLEVAMOS DENTRO!” o “¿CÓMO HACEMOS EL MAL?”

Nacemos marcados por el mal. El mal lo llevamos dentro hasta que lo arrinconamos con la santidad. Y eso exige lucha.

Nadie hace el mal inconscientemente. El daño que podamos causar por la inconsciencia suele deberse a circunstancias que siempre son mejorables, pero no es el mal absoluto. Hacemos el mal absoluto cuando con plena conciencia y deseo de hacerlo, hacemos algo malo.

La libertad -el sagrado don incomparable de la libertad- nos permite hacer el bien o hacer el mal. Depende de nosotros. No hay quien nos obligue hacer el mal: lo hacemos por voluntad propia, ya sea consintiendo por activa o por pasiva.

La mala educación es la causa principal del mal. Con mala educación se disparan las malas pasiones y los actos malos: en el tráfico, en el trabajo, en los deportes, en la familia…

Hacer el mal tiene el efecto de un bumerán, porque regresa al lugar del que partió.

Hacer el mal nunca debe quedar impune, en especial cuando interviene la corrupción, en política, en la administración de justicia, en la gestión de la sanidad…

El mal engendra el mal, y así se crea la espiral de la corrupción.

Si el mal lo llevamos dentro al nacer, no es disculpa para continuar con él.

Honor, alegría y complacencia para aquellos que, venciendo al mal, hacen el bien, desparraman las bendiciones con los beneficios de la honradez, y no sólo ejercitan la libertad, sino que la fortalecen, la aumentan y la reparten para tener la plena felicidad y la plena libertad.

Acudamos a la santidad, recurramos a la santidad, y el mal se convertirá en bien.


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